Expresión Libre

lunes, 7 de abril de 2014

Pinturas JAIPA


 

 

Tatoo Elizabeth Rosales Ibarra

Draco Dalay
 
 

Ella quiere ser obra de arte

 
Vocaur


Ella quiere ser obra de arte,
buscar entre las angustias de la noche,
entre las canas de enero
acallar la premura de lo inédito.

Desde la trepanación...
ella quiere ser música,
dormir bailando sobre sus rodillas.

Quiere ser grande...
crecer grande...
expandirse grande...
cumplir deseos como los besos dulces, tiernos y fugaces...
como los desiertos desmoronándose sobre el agua,
perdiéndose en el agua,
muriendo en el agua.

Quiere provocar al espejo;
jugarle las ideas en su cara,
jugarle con su juego.

Recorre la superficie de papel...
indomable lengua de dios,
perversa lengua de dios,
sibilante lengua de dios,
caprichosa,
circunferencia siempre,
cuadrado siempre,
triangulo siempre.

Ella quiere ser obra de arte.
estructura y equilibrio,
bestialidad ardiente,
araña succionando el continuum creador,
argumentando la totalidad del sueño,
agotando las linfas de mi cuerpo.

Ella quiere ser leída,
quiere ser su mundo para sí misma,
comprensible para su boca,
inagotable esfuerzo.

Ella no sabe que las cosas
son garabatos,
convenciones fraticidas,
manchas vaginales,
penes muertos.

Rendija

 
Alejandro Farías


Con la boca constipada

y el párpado atrincherado

muelleo entre tus cornisas de admirable esperanza,

apoltronado

en mullidos puertos y chimuelos descansos.

La sed es invariable

y la sal dispara galaxias de cartón

amontonando tus sonrisas en mi sombrero de copa

apocado en trigales plateados

en volutas de agua que danzan al compás

del sopor que sofoca

el sueño,

que se entrevera abismado

ante el no que se arroja al vacío

en monociclo de sal

en ventura de óxido

en pértiga de lengua


en volcadura de alacrán

en adoquín de cianuro

en telarañas prismáticas

en pasmosidad silbada.


La Sombra del Imperio

 
 
(Europa frente el Imperio Otomano 1453-1529)
Parte final
Joel Eliasib López Velasco
 
Tomados los Balcanes, solo los reinos de Hungría, y el Sacro Imperio Romano Germánico se interponían entre los otomanos y Roma. Aunque estos últimos baluartes europeos hicieron frente a los avances otomanos, especialmente el reino de Hungría, la victoria no había sido definitiva. En Europa Occidental existía una situación muy tensa y un movimiento anti turco surgió. Fue el rey de Francia Carlos VIII el que finalmente en el año de 1494 propuso una cruzada contra Estambul[1]. Los otomanos se prepararon para el ataque a su capital pero las huestes cristianas jamás llegaron. Era claro que los europeos estaban tan ocupados en sus querellas internas que no lograban formar un frente unido ante los otomanos. Tras muchos acuerdos diplomáticos finalmente en el año de 1501, la asediada Venecia logró una alianza cristiana con el Papado y el reino de húngaro. En 1502 los ejércitos cristianos encontraron su primera victoria en la isla de Leucas. Este aparente cambio de marea a favor de los reinos Europeos duró muy poco pues el sultán Bayazid tomó el vital puerto veneciano de Durrës. Para buena fortuna de Europa, los otomanos decidieron concentrar su atención en el Levante, especialmente en las ricas provincias de Siria y el tesoro del Este del Mediterráneo, Egipto. Esto le dio a los agobiados reinos europeos en especial, Venecia y Hungría dos décadas de paz. Dicha paz terminó cuando el nuevo sultán Suleyman I, llamado el Magnifico, reanudo sus campañas en territorio europeo. El objetivo de las fuerzas otomanas era el reino de Hungría y en especial la estratégica ciudad de Belgrado. La invasión otomana de los territorios de Europa del Este se encontró finalmente ante  dos rivales que tenían la capacidad y fuerza para enfrentársele, el reino de Hungría y el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, ambas potencias europeas atravesaban una terrible crisis que había mermado su vitalidad y recursos para contender efectivamente con las huestes turcas. Suleyman tomo la importante ciudad de Belgrado el 8 de agosto de 1521, obteniendo una plaza importante en las profundidades de Europa del Este. El rey de Hungría, Luis II, no pudo contener a las fuerzas otomanas debido a las querellas internas en su reino. Los húngaros estaban enfrentados y divididos entre sí, incapaces de hacerle frente a las bien organizadas fuerzas de Suleyman. Solo en la Batalla de Mohacs, librada cinco años después de la caída de Belgrado, Hungría fue capaz de organizar un ejército efectivo. Aun así, el ejército húngaro sufrió una terrible derrota, una derrota que el reino de Hungría tuvo que pagar a un gran precio. El gran sultán incorporó el sureste húngaro a su imperio por un tiempo mientras los Habsburgo ocupaban lo que restaba


[1] Imber Colin. El Imperio Otomano (1300-1650). Barcelona: Vergara, 2004 p 56.
 
del reino. Parecía que la independencia de Hungría llegaba a su fin. La situación en el Este europeo era precaria, sin el reino húngaro que protegiera la entrada oriental de la Cristiandad, el inmenso peso de la defensa caía sobre los hombros del Sacro Imperio Romano Germánico. La situación no hubiera sido tan crítica si no fuera porque el Imperio de los Habsburgo atravesaba un terrible conflicto religioso entre católicos y protestantes. El Imperio, fragmentado y dividido, no estaba en la mejor posición para presentar una oposición efectiva. Las tropas de Suleyman  penetraron el territorio de los Habsburgo mientras los reinos germánicos parecían no poder contenerlos y mucho menos expulsarlos.  Para los alemanes protestantes, la invasión de los turcos había sido permitida por Dios para castigar los pecados de la Iglesia. Martin Lutero sostenía que los alemanes tenían que reformar sus vidas y su Iglesia antes de poder enfrentar a los turcos. Hasta que esto sucediera los alemanes serian capaces de vencer al ejército infiel[1]. La crisis para los  Habsburgo llegó a su clímax cuando el 27 de septiembre de 1529 las tropas otomanas sometían a sitio su capital. Toda Europa tembló cuando las noticias del sitio se dieron a conocer. Los reinos europeos alarmados ante la amenaza turca llamaron a reunir una fuerza capaz de “arrojar de Grecia al demonio[2]”. Pese a estas proclamas de guerra, estas no dejaban de ser palabras, pues no lograban unirse para enfrentar al ejército otomano. El rey Francisco I en una de sus cartas habló de reunir sus tropas y convencer a su “hermano, el rey de Inglaterra” para ir juntos a la guerra en contra del turco[3]. El monarca francés estimaba reunir la nada desdeñable fuerza de 60,000 hombres de guerra. Sin embargo, como condición Francisco I exigía que el Emperador Carlos V le condonara parte de una deuda. El Emperador no aceptó la propuesta del rey de Francia, pero planteo como solución que el Papa permitiera la secularización de los bienes de la Iglesia. Una vez hecho esto se vendería al mejor postor para así obtener los recursos para reclutar a un poderoso ejército. Finalmente, quedó claro para los vieneses que dependía de ellos su propia defensa pues las potencias extranjeras no lograban reunir un ejército de defensa. Para los reinos cristianos parecía que la historia de Constantinopla volvería a repetirse en Viena. La situación de la ciudad no era muy prometedora, pues sus murallas estaban en ruinas, sus cañones no se equiparaban a los otomanos y sus pozos y silos no estaban preparados para soportar un largo sitio. Aun así Maximiliano el soberano de Austria, mando fabricar artillería y fortificar los muros de la ciudad. Los cañones otomanos pondrían a prueba las nuevas defensas de Viena. La ciudad no podía aceptar otro resultado que la victoria, tenía que resistir la embestida de los turcos. Los ejércitos otomanos mantuvieron el sitio hasta el 15 de octubre de 1529, cuando Suleyman el Magnifico ordenó la retirada. Los defensores observaban, con una mezcla de incredulidad y alegría, como se alejaban en silencio los ejércitos otomanos; Viena había resistido, la sombra del Imperio retrocedía, por el momento.                        


[1] Karlsson, Igmar. “The Turk as a Threat and Europe’s “other””
[2] Von Ranke, Leopold. “Los Otomanos ante Viena”. Pueblos y Estados en la Historia Moderna. 
[3] Lettres de Gilles de Pommeraye
 
Conclusión
            Solo les tomó setenta y seis años a los ejércitos otomanos avanzar de Constantinopla hasta las puertas de Viena. El 27 de septiembre de 1529 fue una fecha que puso a temblar a toda Europa, pues la amenaza otomana había dejado de ser un lejano rumor, para convertirse en una terrible realidad. La sombra del Imperio se había cernido sobre la última fortaleza que protegía la puerta oriental de Europa. La toma de Constantinopla y el sitio de Viena fueron dos acontecimientos que tienen puntos en común y me atrevo a sostener que el segundo es consecuencia del primero. No pretendo que este articulo sea visto como la verdad absoluta de los acontecimientos pero mis investigaciones me han llevado a creer que la toma de Constantinopla le abrió el camino a los ejércitos otomanos al punto más vulnerable de Europa, los Balcanes. Abandonar a su suerte a la antigua capital del Imperio Romano del Este fue un error estratégico de los europeos pues como dice el historiador Colin Imber “dio al Imperio Otomano una capital en la confluencia de sus territorios europeos como asiáticos[1]”. Es cierto, que los ejércitos otomanos ya habían logrado algunas victorias en los Balcanes, pero fue hasta después de la toma de Constantinopla cuando se logró la conquista de los reinos balcánicos y finalmente el sitio de Viena. Los europeos  creyeron que la conquista de la ciudad más rica de la Cristiandad satisfacería las ambiciones de los otomanos, no pudieron haber estado más equivocados. Constantinopla sirvió para consolidar el poder de los turcos  y servir como base  para la expansión en Europa. Los reinos cristianos divididos en sus querellas jamás pudieron presentar un frente unido ante los otomanos. Tanto los bizantinos como los vieneses se vieron obligados a defenderse por sí solos, las fuerzas prometidas por los reinos cristianos jamás llegaron. Es verdad, los resultados de ambas batallas fueron diferentes; mientras Constantinopla cayó, la ciudad de Viena sobrevivió el asedio otomano. Para fortuna de Europa, Viena pudo repeler el ataque de Suleyman el Magnifico y convertirse en el baluarte europeo frente a las invasiones musulmanas. Sin embargo, la victoria vienesa no se debió a la superioridad militar o estratégica europea sino algo más simple, los otomanos se habían quedado sin recursos para continuar la guerra. No pretendo subestimar la victoria de los vieneses sin embargo, la razón por la cual los otomanos no pudieron tomar la ciudad fue por encontrarse lejos de sus bases de abasto. Es cierto, en Viena se detuvo el avance musulmán pero no fue por la superioridad militar europea, sencillamente los otomanos habían alcanzado su límite de expansión. Estambul decidió poner fin a sus conquistas en el Occidente de Europa por fines estratégicos ya que su imperio se extendía hasta Siria. Viena solo marcó el final de la expansión otomana en Europa Occidental más no el declive del Imperio. El fracaso en Viena afectó muy poco el poderío otomano en Europa del Este y los Balcanes. Esto quedó claro con la incapacidad de las fuerzas europeas de expulsar a los otomanos del continente. Gran parte del territorio húngaro y toda la península balcánica formaría parte del Imperio Otomano durante varios siglos.


[1] Imber, Colin. El Imperio Otomano.
 
 
 
 
 


Amilcar Meneses


 
Vagarporelmundo

armarundesmadre

metermealapolientr

araunpartidoperde

runconcursogastar

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cacorreralacallesu

biraciaelpuentejun

tarlosextremostrag

armisalivamorderlo

sdientes:

Aúntengopciones

Tonatihu González

 

Se han secado las fuentes.
Y me materializo en la grava seca
Extraño la ligereza de la espuma.
Y cuan suave su caricia.

No escucho sus livianos ecos.
La facilidad de su sonrisa.
El ensayado grito que vertían.

Ya no veo las corrientes.
Fuertes, vitales, vaporadas.
Era su frío calor que mojaba.

Y aunque acuda a sus caudales
Se han vuelto hacia el cielo
Y en las nubes se marcharon.

Se han secado las fuentes
Y se agrava mi sed de Baco.
Y en el capullo del amor
Quiero marearlo.

Un instante en una vida

 
Cesar Corona


Una vida

La segunda vuelta

Tres pibes

el cuarto en camino

Cinco meses van

Con seis sumamos ya

El séptimo de ambos

Ocho sillas

9pm

Los Diez quebrandatos

Su perdón

Un solo Dios

Ella y yo

Tres ganchitos

Adiós cuatro prendas

aún obscuras, apenas las cinco

60 kilos montados

Al final siete segundos que saben a eternidad

Ocho ojos fijos de gatos, prietos gatos

Termina el novenario

Ventana abierta diez vecinos.

El derrumbe

 
Engel Islas.

Posó las manos burdas sobre sus pechos y pensó que eran suaves pero groseros, enormes y sin sentido. No le importó mucho. Acarició su espalda y bajó un poco la cabeza, hacia su cuello. Él tembló un poco y ella, frágil y desquiciadamente sexy, aceleró su respiración mientras buscaba su boca. "Hay pequeños lujos que se sienten con las manos" Pensó.
En el comedor, con su charola y platillos preferidos, Víctor refrescaba su memoria y engullía con frenesí los alimentos. Frente a él, afuera, la ciudad enorme parecía una nube en el cielo y, los edificios, vistos desde ese quinto piso, eran una maravilla.
El elevador subió deprisa, las tripas se le encogieron cuando aquél se detuvo. "Piso 10" rezaba el letrero. Salió con paso lento, brincó la ventana y se quedó parado en el resquicio, a un paso del vacío. Pensó en toda su vida, en lo que fue de joven y lo que sería de su vejez si se quedaba.
Sentado, la pantalla iluminada y la música de Paganini de fondo, escribía: "La escritura, en estos tiempos, es como intentar suicidarse desde un quinto piso y no ser visto; morir y que las noticias no te nombren; anhelar ser conocido, ser escándalo. Pero escribir la realidad circundante es un verdadero reto. El ser objetivo, dejar detrás esas novelas rosas y esos mundos donde la fantasía es lo que predomina. La realidad como juego de la escritura, como un modo de saber que eres único y que hay algo más que importa, pues intentas, no conocerte a ti mismo en lo que los demás verán en ti, sino dar a conocer esa realidad cruda, como es, no como la intentas plasmar, porque hay algo que caracteriza estos tiempos: Si te escondes en una fantasía, en un mundo donde nadie entra, te golpearán hasta que salgas, y saldrás, pero casi muerto, con miedo" Termina, fuma un cigarrillo y, al final como dedicatoria: "Para K. N"
Laura miró en derredor, todo tranquilo. Las mesas comenzaron a moverse y bajo sus pies el piso comenzó a temblar. Se dio cuenta de que el edificio estaba por derrumbarse. Corrió hacia la ventana y miró, ahí estaba Don Max, serio y demacrado, en el resquicio de la ventana, sonreía. "El edificio se derrumba, baje de ahí Don Max". Entre el sonido de las alarmas y sus propios nervios escuchó las tenues palabras de él: "Hay pequeños lujos que sólo los viejos podemos darnos, el quitarse la vida es uno de ellos". Laura corrió por las escaleras, llegó al quinto piso y estaba cansada. En el lavadero, donde los del aseo lavan sus trapeadores, José y Rocío parecían uno sólo. "Siempre lo supe" pensó. "¡Vámonos!" Rocío la miró y pudo leer en sus ojos casi lo mismo que le dijo Don Max: "Hay pequeños lujos que sólo las mujeres cachondas podemos darnos, el follar con el gerente es una de ellas"
Se detuvo en el comedor, nadie. Miró mejor. Sentado, aún con su vaso de jugo y un plato de papaya con queso cotagge, Víctor disfrutaba de sus alimentos. Un pedazo de madera cayó sobre su plato, lo retiró y siguió comiendo. No quiso preguntarle nada, sabía lo que le diría. "Hay pequeños lujos que sólo los del aseo podemos darnos, el comer algo verdaderamente bueno es uno de ellos"
Terminó su cigarrillo y escribió: "Pienso que las cosas que nos pasan tienen un sentido exacto. Traicionamos nuestros ideales, no porque lo deseemos, sino porque otros, como huracanes, nos engullen en sus juegos. Somos humanos y por ende, tenemos errores". Miró el humo que aún quedaba en la estancia. Luego, por la ventana, vio como el edificio de Celulares Tapatíos se derrumbaba. Salió de casa, cerró la puerta y fue a ver. Por la banqueta, corriendo y gritando como loca, una mujer le golpeó la cara y le dijo: "Hay pequeños lujos que sólo las locas como yo podemos darnos, el golpear a cualquiera es una de ellas. Pero ver a gente morir por sus pequeños lujos, es para mí, un horroroso delirio"

TEMPUS VIATOR

 
Nancy Álvarez


 

Bajo la sombra esquiva de tus sueños,

plagado de almas ausentes del universo.

como una maraña de recuerdos,

vivo ymuerto en batallas,

viajero de los desiertos.

Caminante desterrado,

al mismo tiempo lánguido

trozo de tierra esparcido,

que polvo, arena disuelta

en un mar de idilios.

Navego en tus horas exahaustas,

penetro, cansado, al vaivén de tu Nilo.

Dame más de tu agua, bebe más mi río...



¡Llueveme! el aire ha dicho que llueve,

el vino vuelve a la uva y la uva al racimo...

yo vuelvo a nadie, a nada, al pasillo..

Soñé…

 
Carlos Islas



 

Soñé que jugábamos

a salvar el mundo,

a los policías y ladrones ,

y los segundos

siempre perdían,

que jugábamos

al doctor

y este nunca

se hacía rico

con los enfermos,

al abogado

y siempre defendía

la verdad

y ayudaba al pobre.

Soñé

que los que no tenían amor,

lo encontraban en ellos,

que los violentos dejaban

de sentirse amenazados

y entendían su por qué,

que los viciosos trocaban

su instinto por su inteligencia,

los que odiaban perdonaban,

iracundos

vueltos pacifistas,

envidiosos

dejaban de desear,

los ignorantes

nos transformábamos

en gente de conocimiento,

holgazanes en activos.

Pero sonó el despertador

y me di cuenta que sólo

era un sueño.

La neuromejora del amor


Vidal Uribe



Hay que saber cómo dejamos a nuestras novias

para ir al confín

de la tierra.

Hay que saber cuántas maneras

de seducción existen para

mantener el interés a distancia.

Como un oscuro talento.

Algo que no se aprende de la poesía ni del sexo.

Ni en el corazón.

Es saber recordar [recordarse]

recordando y utilizar mucha

adrenalina como un fuego eterno

quemándote la piel.

Recordar su rostro como una

burbuja impactada en la

necesidad verdadera de extrañar

a alguien.

Nos inyectamos tanta dopamina

para no olvidar la curva de sus

labios que podíamos ver como

nuestras almas tienen un límite en

el paraíso.

Hay que saber que nuestras

neuronas también se suicidan por

extrañar a alguien.

Mademoiselle ni siquiera importa

si no sabemos francés siempre y

cuando nuestros pensamientos se

besen cuando nos recordemos a

distancia.

La fábula del perro y el lobo

 
José Ildefonso Ruiz Esparza
 

En medio del bosque, meditaba un lobo la diferencia entre un lobo y un perro casero. El lobo decía para sí mismo: -Soy un lobo, imponente y fuerte cazador, mis aullidos son capaces de susurrarle a la luna, y mi jauría es más peligrosa que cualquier peste bíblica descrita. SOY GRANDE E IMPONENTE LOBO CAZADOR. Y el perro, el perro... solo mueve la cola cuando lo inunda la alegría de ver a su amo.... ¿qué tiene de importante tener un amo? Camina a su lado, y adopta humanos como manada. No caza, porque el gran humano le da de comer. ! Vaya holgazán ¡sería capaz de enfrentarme por defender a los que no son su raza. Perro traidor. Es tan parecido a su amo, que no entiendo por qué no regresa al bosque, aquí, sería el imponente perro cazador. El perro solo tiene amor, y perdió su manada por una familia. Yo soy el lobo, el gran e imponente lobo cazador. Solo necesito dominar mi manada, ser un líder impetuoso, y valiente. Al pasar los días, el lobo fue destronado por un lobo más joven y fuerte, mientras que al perro, le compraron una casa nueva, y le dieron un trozo de carne fresca.

El fondo de tu boca

 
Paola Llamas Dinero


Toco el fondo de tu boca,
cueva plagada de pájaros y plumas,
toco el fondo de tu boca que está inundada de palabras vivas
(Fellini-felino y el circo)
Tú y el cine,
ojo y la ventana de la habitación,
yo en la cama y los binoculares puestos.



Brama brutal bestia bregada y briosa,
animal gemido,
manos de olas en el interminable mar que se derrama,
no sé qué, no sé cómo,
toco el fondo de tu latido y el beso
llovizna, no llueve,
viento cachondo por la ventana,
baile de locos,
tú y el cine,
yo en la cama y el viento por la ventana.

Ser humano.

Frágil nombre de hombre-verbo-gerundio,
estoy contemplándote, verbo,
deshago mis ojos y formo pupilas marchitas para verte,
cae luz negra en tu luz,
deshago mis manos y formo tentáculos plateados para tocarte,
te contemplo verbo, no te toco.

Brutal bestia,
de dónde has salido,
de dónde se formó tu carne divina
y tu alma de animal sagrado.

Tú y el cine,
te observo, como observo a los pájaros en la calle,
como observarte desde una colina,
como observar el universo que te compone,
como ver circo, spaghetti y cine,
te observo felino desgarrado
desde la profundidad de mi no sé qué,
de mi no sé dónde;
desde mi ignorancia de tu origen,
en las clandestinas lecciones de cine,
de qué sé yo, de quién sé cuánto.

Toco el fondo de tu boca y es una lluvia de verano,
un palpitar, un esperar, chorro de luz neón en Tokio,
un húmedo beso, ruidoso,
llueve en tu boca,
llueve abismo de abismo de tu infinito,
vuelan los pájaros en parvadas en tu boca,
toco el palpitar en humo,
te contemplo.

Entre tú y el cine hay todo,
entre yo y las palabras hay un hoyo profundísimo que te evoca,
entre las palabras y tú hay una caricia caliente,
un hoyo profundísimo, es decir todo,
es decir las palabras son una caricia caliente,
un viento cachondo,
una luz neón y un no sé qué y no sé cuánto;
no sé dónde,
pero toco tu boca mientras te contemplo
y hay pájaros y plumas,
hay palabra, tu verbo y llueve.

Vas siempre conmigo

Saturnino Ruiz Roque

Aun guardo en el recuerdo tu porte, tu figura, tu caminar sereno por la calle,
a tu encuentro salir quise en aquel instante arrebatado por tan fino encanto,
aquel vestido tan hermoso, color de jacarandas, mi corazón latía fuertemente
ganó la razón y te dejé pasar, y a la iglesia dirigí con más nostalgia ya mi paso.
Te vi doblar la esquina al templo con paso ligero y armonioso caminar el tuyo;
por hablar y escuchar de tus labios flor de cerezo y tu voz vibrantes melodías,
tan segura de ti misma, porque tanta tristeza al verte, cuanto hubiera dado yo
sentir tu presencia embriagándome, dicha paz e ilusiones tantas veces sentidas.
Ya de aquel lejano recuerdo, guarda mi corazón, tú ardiente lozanía a mis días,
mi mente borrar no puede tantas cosas sucedidas, aquellas miradas furtivas,
mi espíritu goza noche y día la vida larga y del amor cosas siempre tan breves.
Tus ojos siempre insondable abismo y que se ocultan tantas veces mis sentidos,
 
tu voz y cuerpo claro, tus ojos de ágatas, pregunto siempre a solitarios vientos
si me extrañas, si a ese caudal de vivos sentimientos en las noches me recuerdas.
Atrevida, audazmente, tu presencia aún me ha quemado las sangrantes heridas,
afuera llueve copiosamente, a pesar de sentirte tan cerca estás de mi tan lejana
y contemplo a través de mi amplia ventana del cristal, que empapa intensamente,
te recuerdo y siempre en estos días plomizos y lluviosos, vagan mis sentimientos
y la mirada fija al infinito, anclado y solitario en la soledad íntima de mi alcoba,
me preguntaré si valió la pena amarte tanto o ser correspondido eternamente.
El corazón sangra por un amor que cautiva y conmueve, hoy a las altas colinas
vuelve la vida, donde quiera que vayas, en dondequiera que estés, serás mi amada,
aun cuando por razón, nunca podamos por diversos motivos nuestras vidas unir.
He caminado por contemplar paisajes, siempre que llueve, de verdes tan diferentes
se visten y engalanan, planicies y valles, los impenetrables abismos, pastos pinta,
que por mí el haberte conocido y nuevamente visto ¡me basta para el amor sentir!

Un día en la escuela

 
Jesús Alfonso Silva Iñiguez

Un día en la escuela como cualquier otro decidimos ir a un bar para no dejar pasar el fin de semestre; no teníamos ninguna cosa por hacer con el fin del curso y el evidente desempleo que impera en los estudiantes de escuela pública. Pensamos rápidamente en los bares de la cercanía a la escuela pero decidimos ir un poco más lejos, una especie de despedida anticipada de la carrera. Llegamos al palacio lácteo donde conversamos de lo que esperábamos en un futuro cercano, la verdad es que los planes parecían buenos pero años después nos dimos cuenta de que las cosas pasarían de otra forma. Éramos un grupo pequeño de siete u ocho alumnos. Nos mirábamos y veíamos en los otros lo que queríamos ver. La verdad es que no éramos ni de lejos los mejores estudiantes universitarios y eso se debía en parte a que la escuela tenía un nivel muy bajo se encontraba entre las últimas a nivel nacional. Como era de esperarse el lugar de la reunión era una de esas casonas viejas del centro con una historia interesante. Todo remitía a otros tiempos. Pero eso era lo bueno del lugar porque de alguna forma nos sentíamos como personas fuera de época con nuestras vidas dedicadas a algo tan arcaico como la literatura. Ese día no sé porque razón decidí ir de traje a la escuela lo único que no usé fue la corbata por no contar con una. La velada pasó rápido sin sentirlo platicamos nos tomamos fotos todo lo que ameritaba la ocasión. Recuerdo que el novio de una de las compañeras llegó poco después de nosotros tras una llamada de mi amiga, él era un actor de teatro alternativo un buen tipo, siempre parecía estar analizando todo y esa no fue la excepción, notaba desde mucho antes que los demás que yo estaba interesado en una de las compañeras y que me ofrecería a pagar por lo que consumiera y así fue. Terminada la comida él se acercó muy discretamente a mí y me dijo:

- Toma tengo una ficha para el tren de sobra.
- Gracias – le dije y la guarde-.
- La vas a necesitar –dijo-
Yo noté que se daba cuenta de lo que ocurría que yo por quedar bien pagué la cuenta de mi amiga y que no me quedaba mucho dinero en la bolsa. Nos despedimos todos y caminamos hasta el tren yo me fui con la amiga en cuestión en el tren. Esa misma noche me le declaré. Como era de esperarse me dijo que no y me rogó que no la siguiera molestando con eso. Todo pasó en unas pocas horas pero no dejé nada a la suerte, parece que esa es mi forma de actuar, tomo decisiones impulsivas pero en este caso ameritaba la declaración pues la pospuse por muchos años. El resto de la carrera fue muy incómodo pues siempre me tocaba con la dichosa compañera en las clases por más que trataba de tomar las que ella no tomaría, creo que esa es una muestra clara de que no conocía lo suficiente a la chica y que la idea de andar con ella era sólo eso, una idea de las muchas que tuve durante mi época de estudiante.