Expresión Libre

miércoles, 24 de febrero de 2016

San Sebastían del oeste foto: Payus


Foto: Payus


Dibujo: Luis Briones


Al caer la tarde en el museo Tonallan / foto: Payus

 


Samuel Rodríguez

 


 

 

Aún quietos / Jesús Alfonso Silva Íñiguez


Seguimos siendo los mismos, cometiendo los mismos errores
Estancados con las mismas dificultades de otros tiempos y otros espacios


Somos los mismos cuando nos topamos frente a gente nueva
Pensando en los que ya conocimos

Se nos ocurre por ejemplo; él me recuerda a mi primo; el que se mudó a otra ciudad

Y sentimos empatía por ese nuevo sujeto, aun cuando es diametralmente opuesto

Nos acostumbramos a pensar las mismas cosas de diferentes gentes
Quizás queremos que nuestros momentos felices, se intercalen con los nuevos y así no añorar


Tratamos de que las cosas nuevas no nos cambien
Buscamos siempre permanecer quietos en lo que fuimos, somos y seremos


Y lo único quieto en nuestra vida es que seguimos siendo los mismos

                                    Mientras todo lo demás cambia

Funes el memorioso / Alan Vargas

 
El sistema de aprehensión y almacenamiento de Funes, tenía una terrible falla. Cuando Funes recordaba un suceso o accedía a información específica en su mente, inmediatamente creaba un recuerdo de él recordando. Después creaba un recuerdo de él recordándose mientras recordaba… Cuando se envolvía en tremendo problema lógico podía pasar semanas repitiendo esta acción. De tal suerte que muchos de sus recuerdos eran él en la peluquería con un espejo al frente y otro por la espalda.

Una niña en mi sangre / Alba Magariño Saynes

 
 
 
 
 

También en mí hay algo tuyo a lo que deberían llevarle flores

José Carlos Becerra

I

Llevo en la sangre una niña.

Alguna vez vistió mi piel
y me llevó de la mano

a jugar en el ombligo de la Tierra.

Alguna vez, mas no ahora.

Un día

asumió la soledad

II

¿Cuándo

volveremos a cantar

una de esas rondas

de piecitos incasables?

Salida la cabeza del vientre,

el tiempo abre sus fauces
y comienza a devorar

poco a poco

todo el canto.

¿Cuándo volveremos siquiera
a cantar un verso?


III

Desde el fondo de mis venas

la niña que llevo en la sangre

abre sus ojos
y observa:

El féretro de mi madre

comienza su descenso.

Se traga la tierra el féretro de mi madre
y ella puede ver

cómo su cuerpo se desploma ahí dentro,

cómo truenan sus roídos huesos,
cómo se deforma su incólume figura

como las bolsas de mandado al tocar el suelo.

IV

Algún día se cubrirán de flores

todas las casas abandonadas.

Algún lejano día

(siempre queda lejos cualquier día).

Les saldrán
flores

a todos.

A las casas, las bodegas,
las hojas, los zapatos:

los cuerpos abandonados
les saldrán muchas flores

¿Algún día?

V

Mi madre cruzó la Vía Láctea.
Ahora le toca ser la estrella


que apuntaba con su etéreo dedo índice

ante los ojos de la niña que vestía mi piel.

Mi madre cruzó la Vía Láctea
y se llevó consigo las alas de ángel

que la niña tejía

para acompañarla

VI

Préstame el rumor de tu aleteo,

pidió la niña,

préstame aunque sea

el rumor de cualquier aleteo

...

Pero Dios estaba ocupado

VII

Tengo una niña en la sangre,

sin cobijas ni ropa,

a b a n d o n a d a

Tengo una niña en la sangre

que canta, que gime

una niña en la sangre

que escribe poemas bañados de sol

a los oídos ausentes.

Una vez más

tengo una niña acunada en mi sangre
y es posible que yo muera

de tanta vida

agolpada en las venas


Alejandro Farías

 

El mar que muerde

la caverna del ahogado

el mar que muere

en tus pies que son tristeza conformada

por la mesura que alientas

en la cabellera del sol.
El mar que refleja

todas tus batallas perdidas

los brazos alzados

en son de agonía.

El mar que cala

en los huesos roídos
y en la espalda mullida

ciega de tanto andar

por estivales afónicos
y nubes aplanadas

por la prudencia que es espejo
y por la inconformidad del cielo.

El mar que retorna

la oración desteñida

que se levanta imperante
y acude al todo

para sanar las grietas

que son el oleaje que te empuja.

Cuando el mar remuerde

el incierto tránsito del tiempo

las cosas pierden su brillo
y se deshabitan

en oquedades apabullantes

en grises procesiones de desencanto

Ideas / Guillermo García


Las ideas botan                  botan

                              botan

                                                        botan

sobre el tinaco

                        que está casi                       vacío
con ideas secas y lodosas

sal

           pi

ca               das

                          de ideas frescas
como gotas azules y su

                                   plub

                                   plub

                                   plub
                                   plub


ca
    yen

             do una

tras

        otra

remojándose mez  clán  do  se

                                              perforando la siguiente

humedeciendo la anterior

                                         preparándola para el momento

indicado en el que tenga

                                        que salir como un chorro

a presión de agua fría

                                        tanto que al primer contacto
golpea y lastima

                                       para después
refrescar y activar

                                     el engranaje de las acciones

60 Notas / Elena Aguilar

 

El bajo retumbando en la pared. Las luces rebotando en el margen de
 
mis lentes. Un charco bajo mi pie izquierdo. La puerta de madera a
 
punto de caer. Tu mano en mi cintura. Noche cerrada. Edificios
 
viejos. Otra pareja. Un taxi. Tu chaqueta en mis hombros. Tu mano
 
en mis muslos. Mi mano en tu cabello. Dos taxis. Ochenta pesos. El
 
impulso de saltar. Una casa. Tu casa. No me quedo. Otro taxi. Un
 
chocolate en tu chaqueta. Dulce en la boca. Tu boca. Mi boca. Una
 
casa. Mi casa. No te puedes quedar. Mi mano en tu camisa. Tu mano
 
en mi nuca. Mi cabello. Tu puño. Un parque. Más manos. Tu aliento.
 
Mis gemidos. Un grito. Un perro. La noche. Mi casa. Puertas
 
cerradas. La abuela. El gato maullando. Mi almohada. Tu chaqueta
 
en la silla. Treinta y cinco días. Un mensaje. Ninguna respuesta. Dos
 
trenes. Luces oscilantes. Seis vidas sobre el tablero. Risas lejanas.
 
Químicos corriendo. Cuadros que me miran. Tu chaqueta en el
 
armario. Un collar perdido. La canción repetitiva. Noventa y nueve
 
cosas por hacer. Las botas sucias. Tres cigarros. La esperanza en el
 
armario y una promesa en el andén.

Marina / Giovanny Ríos

 
 
 
 
Desde que te vi pasar no he dejado de pensar en ti En tu manera de

sujetarte el cabello y mirarme fijamente Llevo casi dos meses

pensando en qué decirte al momento que me sonríes Aseguro en mi

mente un futuro incierto para reconformarme Marina ¿cómo es que

te gusta el café? Creí que eras vegetariana No hagas mucho caso, he

estado preso desde hace años He querido correr hacia ti y besarte

pero me ha detenido la cordura Aunque debo admitir, a este punto,

he perdido la cordura (por ti) ¿Y de qué me serviría la cordura y eso

sólo provoca no estar contigo? Estoy a una oración de distancia, a un

gemido que emane de mi boca Sólo eso necesito y dejamos de ser

extraños Y dejamos el preámbulo Y dejamos el anonimato Y dejamos

atrás la nudez Podría fingir un paro cardiaco justo al momento de

caminar hacia ti, pero temo que el show se convierta en un acto

Fabricaremos miles de noches y cuatro mil nuevas historias del

Himalaya y de nosotros Planeé los siguientes 4 lustros a tu lado,

ahora sólo tengo que voltear hacia ti por más de 5 segundos Estoy

enamorado de Marina, a pesar de que nunca la he visto en otro lugar

que no sea la biblioteca.

Bailemos / Jesús Gallegos

 

Muéstrame tu boca de lobo
todas las cosas que no tienen nombre




y bailemos

con la muerte que es nuestra droga
inhalemos relámpagos
dejemos sueltos a los dragones




y bailemos

sobre nuestra sepulcro
en los faros guiando a los papalotes
en el mar que se come tus sueños
en las guitarras que suenan arriba de nosotros


y bailemos

como murciélagos sordos lamiendo el filo de hachas manejando como locos por la ciudad
bebiendo ángeles
estremeciéndonos arrítmicamente
con tal violencia que el aire gima


y bailemos


el caos es tu ritmo secreto
la luz al final del túnel
tu corona de rayos láser
que masticamos que nos inyectamos


y bailemos


a oscuras
con el silencio penetrando el juicio
cada órgano
cada estado de la materia
cada vida que no vivimos
y bailemos
viajando al último estado de la consciencia
nunca volvamos pensar
nos hace daño
no hay fórmulas para delirar correctamente
todo es un error


y bailemos

bajo una lluvia alucinógena
destrozando los recuerdos
pintemos nuestros cuerpos en cada pared
en cada esquina de esta ciudad
en cada célula de la muerte


y bailemos

poseídos por calidoscopios por samuráis con suficiente nafta para crear otro mundo por aviones de papel con bombas atómicas entre cada renglón
por cada verso que se escribió
por cada verso que no se escribió
por cada último verso que salió de tu boca
por cada boca que rompimos en nuestra juventud



y bailemos

como si la revolución fuese cigarro y éste el último de la noche pensando en las cruces que sembramos en la frente de los amigos y las que sembraremos no con tierra ni con cenizas
sino con poemas sobre otros poemas


y bailemos

porque la muerte es el síntoma
la locura
los hematomas
los gusanos
los ovnis que dibujamos durante las clases
las feromonas rabiando por otro sexo: Al que también se le llama

amor
los viajes
las madrugadas
las mil veces que bailamos a oscuras
que leímos a oscuras
donde nació las ganas de re-escribir todo
de incendiar todo
de bailar sobre todo
de aullar




y bailemos
sin música
a oscuras
todo sabe mejor a oscuras

Espejismo / Jorge Yam Ya

 

Tu ausencia acaricia la casa,

Juega en los balazos de mentiras

que perforaron los momentos

que siguen en el álbum.

Subes con alcohol a mi cuerpo

bajado con tu partida

lo que dejaste en un sobre.

Tus llamadas

llegan a deshoras

pidiendo continuar lo inexistente.

Algo fue más lento que tú presencia.
Por eso el cesto tiene ya tu cuerpo,

los gusanos construyen

su casa en tu rostro,

junto en la habitación de lo que fuiste.

Edificio IV / Manuel Rayas


EL PARARRAYOS EN LA HORA DEL ESTRUENDO 

 

ME QUISO CULPAR DE SU EXTRAÑA SONRISA

 

 

 

MAL HALLADO HA SIDO EL MAL HUMOR DE SU ESPINA 

 

CUANDO LA EPILEPSIA CAYÓ DEL CIELO 

 

 

 

DADO EL EFÍMERO TIRO DEL AZAR 

 

CAMBIÓ LA SUERTE DEL ESCLAVO OBELISCO DE METAL 

 

                                              AL LLEGAR LA CALMA 

 

 

 

 

 

 

NO NECESITAMOS LA RABIA POR AHORA 

 

SOY UN EMBLEMA 

 

                              QUE ANTENOCHE 

 

                              LOS TIEMPOS SOÑARON 

 

 

PERO JAMÁS ME IMAGINARON COMO UNA SOMBRA 

 

La "tarro vacío" / Mario E. Pineda Quintal

 

Las moscas,

no entienden tu triste sinónimo,

todos nos reímos de ellas,

eres un tarro vacío.

Esperan en tus labios,

en los alrededores de la garganta,

la cerveza de nosotros,

unos cuantos borrachos,

que en vez de rellenarte,

preferimos el beso que te causa la curiosidad de saber,

si hay oxigeno afuera de la cantina.

DEFENSA DE LA HUEVA / Óscar Tanat

 

 


Dentre todas las alteraciones, dentre todos lo monstruos que a nuestra mente acuden buscando algún hallazgo, algún vestigio (subliminal) virgen de cabeza. Hay uno, el más temible, el más irresistible, santo y quedo: la hueva.

Hay hombres y mujeres honorables que se dejan envolver por la pasión involuntaria. Que en el acto de "hacer" sucumben al fracaso, el aburrimiento les aturde de tal modo que su cuerpo los incita a levantarse, incapaces de habitarse a sí mismos prefieren habitar el mundo ajeno: "su mundo" y amarrarse; se adaptan o no, pero "hacen". Hay en cambio otros, lector —y no es tu caso si te tomas el tiempo para leer este texto que…¡qué hueva!—, que prefieren hacer nada. Porque habitar el mundo haciendo nada supone una existencia más larga que la del activo-rutinario, un minuto resulta más vasto, más conmovedor, más triste, ¿más humano acaso? Para el huevón, la manecilla de un reloj se agita con benevolencia, el tiempo lo compadece, se hace su amigo, lo recompensa.

El rutinario, el "trabajador" no habita más que en las horas como mínima expresión de movimiento. Aguarda la hora de comer, impaciente. Aguarda la noche que se le escapa en un mal sueño, y así las semanas se le escurren y los meses. El inútil, por el contrario, podría habitar la cama de manera perpetua, como el bebé que sacude las extremidades en su lecho, en su leche, inocente… libre de toda culpa, sin el riesgo al error o al ahogo en el éxito. El inútil es libre, no tiene el estrés de las falsas esperanzas, pues el futuro le es más nítido, más claro, tiene la certeza absoluta —nótese la redundancia— de la nada.

Pese a todo, hacer nada supone también, ¡ay!, un esfuerzo. Implica el desprecio por la vida, implica ir en contra de sí mismo, implica la sofisticación mental del organismo; mientras la mayoría busca encontrar la emoción en la vida, el huevón la ve pasar, la contempla sin exaltarse. La vida no le provoca, la vida le es "dada". El deportista, el artista, el adicto a la adrenalina, a las drogas, es incapaz de la satisfacción sin el estímulo, el huevón sólo requiere ser para estar pleno, el huevón es un acto poético, no sirve para nada, pero está ahí, como muestra de la existencia pura, capaz incluso de inmortalizarse. Las momias son claro ejemplo de esa inmortalización, ese congelarse en el proceso de morir, como si hasta la idea de la muerte le hubiera dado pereza al alma entregada a la absoluta hueva. Y es que el sentido común nos dice que lo muerto desaparece, pero ellas, las momias, permanecen. Son pues las momias la gloria de la hueva, la inacción permanente del cuerpo del hombre en su pereza, la muerte sin la muerte, la hueva como presencia, y la presencia como inmortalidad.

¡Ah! La hueva, en términos físicos también es grave, permanente y vital: pesa. Es un peso entre las piernas que impide levantarse, implica a los genitales apuntando hacia la tierra, hacia el origen mismo, hacia la muerte o hacia el centro del planeta.

Hacer nada representa un modo de amor al hombre, de sacrificarse en el espacio para que los demás, los que sí hacen algo, tengan más para sí. El huevón es ante todo un filántropo nato, alguien que deja el camino libre para otros, sin estorbar el éxito ajeno: el huevón es un hombre humilde. No aspira a nada, no gasta su tiempo en engrandecer un ego innecesario, aunque en el fondo, al saber que ser huevón no es fácil, guarda una partícula de veneno en su alma: la soberbia. Pero no nos confundamos, esa soberbia potencial no es peligrosa, es por el contrario sublimada por la inacción de su organismo, de sus manos, de sus sueños. Su soberbia es como un gato que ronronea en el regazo de una caja: inofensiva, casi nos hipnotiza, es honesta.

Desafortunadamente para el hombre inactivo comer es también un acto necesario, una molestia, el hambre deviene en su peor enemiga. El hambre le dice que debe moverse, y sólo en ese instante "decide" tomar la iniciativa. Pero no nos confundamos —otra vez lo digo— no es una iniciativa voluntaria, más bien es su condena. El huevón se sabe en este punto débil ante las circunstancias de la vida, y pese a su voluntad, se mueve, se sacrifica, hace pues un esfuerzo digno de aplaudirse. El huevón lucha contra sí mismo, y se hace consciente de que la libertad no existe. Y sufre, sufre innecesariamente, se convierte en un ser atormentado por la biología, el huevón se inunda de una tristeza nacida en el seno… de la naturaleza. Y todavía la sociedad lo cuestiona, lo estigmatiza y lo señala. El huevón se vuelve entonces objeto de la injuria, se busca despertar en él algún atisbo de agitación, se le incita, y si no, se le reprime. Se siente entonces confundido, se espera de él la acción contundente y productiva, y se gesta en él un resentimiento perezoso. Se le neurotiza.

Pero ¡qué bah!, los intelectuales dirían que la hueva es un acto de resistencia. El huevón se resiste al trabajo, es pues una actitud política, desprecia el trabajo colectivo como un desprecio inconsciente al hombre, que lo oprime. Quizá el huevón fue un animal en otra vida, incapaz de desequilibrar a la naturaleza, se funde con ella. El huevón se asemeja al árbol, sus células muertas caen en la tierra para nutrirla, su respiración alimenta a las plantas. Es sublime como individuo en cuanto se nos presenta puro, casi místico, en un estado "alterado" natural. El huevón es inerte, y en esa inercia radica su belleza, su honestidad, sus huevos de huevón para decirnos con franqueza: "nada, amigo mío. Absolutamente nada… me interesa".

Suspendido / Oscrak Sandoval

 

 
 
 
 
Braulio es un mono un payaso un mimo un equilibrista un trapecista el viento azul sopla sobre su cuerpo el viento azul azulado azulino azuloso En el viento blue giran arañas insectos decapitados en la noche de zafiro Braulio explota como supernova.

Decágalo / Paul Carrillo



1. Todo norte es sur y viceversa. 2. Posmodernidad: vómito glamoroso. 3. La cordura es una cuerda (ya saben para qué) 4. Rodar por las escaleras es otra forma de bajar las escaleras. 5. A veces vemos un espejo cuando nos vemos al espejo. 6. Hay accidentes que salvan. 7. Cada persona es un zoológico. 8. También las ruinas se habitan. 9. El tiempo es una bomba de tiempo. 10. Nueve ocho siete seis cinco cuatro tres dos uno…

Amo tu tierra / Saturnino Ruiz Roque


Amo la tierra en que naciste, playas y bosques
La harina de tu piel, ¡de luna llena en octubre!
El manantial de tus labios, ¡que gusto me toques!
En las ramas de tus brazos, ¡todo me descubre!

Con porcelana fina, tus dedos, ¡me acarician!
Como el remolino al viento, las ramas, ¡sus hojas!
Has penetrado, mi alma en la tuya y parecían
Aguas del mismo río en que junto a mí, ¡te arrojas!

La noche inmensa avanza, lenta al estar, ¡tan juntos
Juntare las estrellas al cielo, ¡de tus ojos!
Suavemente besare, ¡la dulzura a tus labios!

Rodearé tu cintura hasta, ¡tenerte en mis brazos!
Mientras dure la noche, ¡con todos sus luceros!
Fundiré tu boca en la mía, besos, ¡eternos!

¿Por qué debería temer a la Diosa oscura? / Vidal Uribe


Si voy entre tuberías
arrastrándome con polvo suspendiéndose
en una nube cósmica de aciertos terroríficos
sobre mi rostro
¿Por qué?
Si voy adentrándome en las bifurcaciones del drenaje
la naturaleza es cruel
y mis ondas luminosas están desnudas
pegadas al metal frío lleno de ratas y mosquitos burócratas
y los pétalos de la subterra van nadando conmigo
en una especie de biblioteca mística
¿Por qué?
Si se ha ordenado que toda estrategia de supervivencia en aguas negras
se deba descartar debido a los eventos traumáticos de la condición humana
si sobre cada capa de tierra hay raíz
del descomunal infierno del caos al infierno del caos
de una medida de todo lo que es un supuesto
¿Por qué debería incluso temer?
Si están allá arriba tocando en las calles
que México es expresado:
en un cielo, en un pequeño monstruo, en una catástrofe silenciosa
en una herida nocturna
y me empuja el flujo del delirio oscuro
hacia la caída de mi extraordinaria-ordinaria vida
y recuerdo que en el menor tiempo
al herir las retinas
en un mundo medio
el sol aún conversaba conmigo.