Expresión Libre

martes, 25 de abril de 2017

Ángel Fuentes Balam


La noche no tiene brazos, solamente espuma
que arrastra las últimas vacilaciones de mi cuerpo;
soy ola que golpea el gran peñasco de la soledad,
erosionando su piel, su angustiosa capa de caídos
dientes que recogió de mis soñares hoscos.
La noche no tiene brazos que sujeten mis hombros ni mi nombre,
carece de manos que acaloren mi pelambre. Entre sombras
intento asir el volumen de una garganta que siembra
un antiguo horror entre los hombres con su grito
de impiedad y lumbre.
La noche no tiene brazos que sostengan el mundo,
ni dedos para hacer la cruz.
La noche no rodea, materna, mi espalda rota.
Los perros aúllan plegarias para extinguir la luna.
Entre amasijo de uñas y arena conservo las caricias de la noche.
Nadie rasga los vidrios de mi habitación o mi opaca faz.
Yo recuerdo cuando le amputé los brazos: quiso amarme.

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