Jesús Alfonso Silva Iñiguez
Eran casi las 10 de la noche y ya no quedaba nadie en la barranca, estábamos solos Tania y yo tratando de llegar a la cima. De repente surgió un resplandor blanco de entre la penumbra, no sabíamos que era; al acercarnos pudimos ver que era una mujer con una túnica blanca, le preguntamos que si estaba extraviada, a lo que ella respondió dándose la vuelta:
-Los que están perdidos son ustedes y no tienen salvación.
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