Rocío Romero Méndez.
El amor ahuyenta el miedo y,
recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa;
también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y
sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del
hombre la humanidad misma.
Aldous Huxley
Mucho antes de irme del pueblo,
una noche cualquiera, nos encontrábamos recostados en la cama de mi habitación
cobijados bajo la misma manta de algodón mientras una tenue luz entraba desde
la ventana.
Viéndonos frente a frente fui la
primera en hablar y le dije que era imposible que fuese conmigo ésta vez. Para
que no sufriera comencé a explicarle que no quería que fuéramos juntos a la
ciudad porque de ser así no podría hacer
todas las cosas que había planeado y mucho menos conseguir todo lo que yo
quería para mi futuro así que lo mejor para ambos sería que él se quedara con
todos los demás en el pueblo ya que de cualquier manera no me haría falta.
Cuando termine de hablar no dijo
ni una sola palabra, solo se quedo mirándome con los brazos cruzados sobre su
pecho tratando de comprender la situación pero se notaba que estaba herido y
después de un instante en silencio, salió por la ventana con el viento y por
semanas no volví a sentirlo ni a verlo.
Paso un mes y llegó el día de mi
partida. Me sentí feliz de dejarlo atrás, al fin era libre, capaz de hacerlo
todo, sentí que era indestructible y cuando recién llegué a mi destino comencé
por hacer lo necesario para llevar a cabo mis planes sin detenerme a extrañarlo
ni a pensar para nada en aquella noche en la que lo vi por última vez.
El tiempo transcurrió como de
costumbre y no supe nada de él por meses, incluso creí ingenuamente que no
volvería jamás hasta que un día, mientras me encontraba perdida en algún lugar
desconocido, note su peculiar aroma e inmediatamente un escalofrío recorrió por
completo mi cuerpo. Mire alrededor tratando de buscar su figura entre la gente
que transitaba por la ruidosa calle pero no había señales de él por ninguna
parte.
Rápidamente comencé a avanzar
intentando buscar un sitio seguro donde esconderme pero era demasiado tarde, me
había encontrado sin esfuerzo alguno a pesar de que jamás le dije a donde iría.
Antes de que pudiera reaccionar me ataco de frente tomándome por la muñeca y me
arrastro hasta un sitio apartado del bullicio en donde nadie pudiera vernos.
A pesar de mis intentos por
soltarme no pude hacerlo, quise pedir ayuda pero parecía que mi boca no emitía
sonido alguno, quise correr pero no podía moverme y fue así como el miedo
volvió a mí luego de tanto esfuerzo por dejarlo atrás, luego de tanto empeño
por comenzar una vida nueva ya sin él, ahora me había vuelto a poseer y no
dejaba que me moviera.
Mi miedo me congelo, vendando mis ojos y mi
boca, llenando mi cerebro con temor por las cosas que aun no sucedían, dándome
inseguridad, aprisionándome dentro de un mundo relativamente seguro pero muy
pequeño y vacío, predecible, confortable pero lleno de temores.
Comencé por gritar y pedir
ayuda. Al principio la mayoría de las personas solo me miraron sin hacer nada
pero al cabo de un rato salió de entre la multitud de curiosos alguien que
llegó a mi rescate. A pesar de eso todavía faltaba la parte más difícil,
aprender a enfrentarme al miedo yo sola, con mis propias armas, con mis propios
métodos, con mi propia fuerza y fue lo que más trabajo me costó, es lo que más
trabajo me cuesta hasta la fecha.
Hay días que al caminar por la
calle o cuando tengo que tomar alguna decisión se aparece. A veces lo veo,
otras veces solo siento su presencia pero intento ignorarlo. Odia que yo haga
eso, pero tengo que aceptar que en ocasiones intento hacerle caso sobre todo
porque sé que hay cosas de las que me previene.
Aprendí a vivir con él, siempre
va detrás de mí caminando precavido pero ya no intenta detenerme mientras
avanzó, mucho menos controlar mi vida. De cuando en cuando me detiene pero
también de cuando en cuando lo venzo y sigo igual que siempre. Es parte de mi
vida y no puedo dejarlo ir, pero es seguro que tengo que superarlo a la hora de
reaccionar para que no me inmovilice, para que no me convierta en un ser
temeroso de vivir.
Es un cuento muy especial, y por obvias razones no todos lo van a entender. Felicidades este cuento habla de creatividad de quien lo escribio.
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario, la verdad he recibido buenas críticas y nunca me imagine que le gustaría tanto a la gente, un abrazo
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