Escribo para hacer palabras, es todo:
ni siquiera el cielo
me pertenece.
Quisiera pronunciar tus memorias nocturnas:
las que se sientan a verme desde las
montañas.
Solamente hablo de lejanías
entrañables:
escribo fuego y sangro,
escribo sangre, y quemo.
Anoche de mis textos ardió tu nombre
en uno.
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