Alejandro Farías
La ciudad tras el cristal
es esa mancha borrosa que farfulla silente,
tropezándose inconsolable.
Pasmo suspendido que se traga la lengua,
vaivén enramado con el agua al cuello.
La ciudad tras el vaho,
es la húmeda voz que nos arranca del exilio,
el río estático que ajado y rutilante
resplandece.
La ciudad es agua que vigila la furia
dormida:
patíbulo nacarado que se encoge de hombros,
enredadera del sueño,
sangre que no se detiene,
sombra arbórea,
áureo desencanto.
La ciudad es el murmullo del viento,
el canto de la nube,
el salto del trapecista,
la trompeta en el tren.
La ciudad es malabarista.
La ciudad es resistencia y olvido.
Ablandando los puentes
me vengo indolente:
bailando la muerte,
atenazando los mares.
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