Expresión Libre
miércoles, 7 de diciembre de 2016
No hay consuelo / Alba Magariño
Resulta difícil descifrar el mar
entender por qué las olas
pierden la arena
entre sus débiles manos:
tierno dolor de espuma,
rostro salitre que llora.
¿Qué le dice al aire el mar?
¿en qué lengua le habla,
desde el fondo de su vientre,
su mítico pueblo de hijos olvidados?
¿a su llanto de algas y ballenas,
quién los consuela, qué oídos,
qué manos, besos,
qué suspiros?
En su honda existencia,
el mar es cristo:
de siglos atrás viene cargando
cruces hirientes de vela y vapor,
cínicos ojos y cínicos cuerpos,
cínicos versos, cínicos versos…
Dijo dios en su cinismo:
“hágase la paz sobre la tierra”
y se olvidó el mar,
quedó callado,
apenas gime
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