Expresión Libre
sábado, 16 de enero de 2016
Ateo / Cesar Corona
Nunca madrugó para que Dios no le ayudara.
Nunca elevó un rezo, bajo ninguna circunstancia pidió ayuda.
Se conducía con sagacidad y talento, se pudiera decir que su vida corrió sin contra tiempos. Cada logro, cada peldaño ganado era resultado de esfuerzo, empeño, estricta disciplina y una actitud pro positiva, siempre.
Nunca agradeció un nuevo día (¿A quién tendría que agradecerle?)
Nunca meditó en la fragilidad y compleja vida de todo ser viviente.
Nunca supo lo sofisticado que es cuerpo humano, pues no fue enfermizo.
Nunca dedicó tiempo a leer o escuchar algún tipo sermón religioso, lo consideraba para personas de mente débil y pérdida de tiempo.
Nunca tampoco fue totalmente feliz, no supo que le faltó, lo tuvo todo, padeció nada.
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