El reloj respira
para decir es tiempo
de odiarme más.
El segundero
marca hacia mis dudas,
el minutero señala
darle cuerda a mis angustias
que adormecen entre horas.
Duele reconocer
que las espinas sangran.
Espejismo
donde los rostros no tienen espacio,
me deshago de la arena
que se detiene entre mis lágrimas
y fluye a mi otro cuerpo
que espera latiendo.
Me haces daño,
es una continuación,
te escribo en esta mar
de espera que nunca secará.
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