¡Ring, ring! Que sonido tan familiar, es mi teléfono, interrumpí mi
baile, tengo que contestar… atravesaba los pasillos rápidamente,
recuerdo este lugar es por aquí, una puerta más una más en la
habitación ¡Ring, ring! Corre… de donde salió ese perro, ahora juega
a que me está persiguiendo. Conozco este lugar ya mero llego, vuelta
por aquí ¡Carajo por aquí no es! Una ventana salgamos por ella
–Mira, ve por él, le dije al perro para que me dejara de seguir, ¡salta!
volví mi mirar ¿arriba de una barda? Donde los suelos inundados de
no sé parecía lava, al fondo un chico con capa negra hiso un
movimiento con la boca, pero no alcance a distinguir sus
movimientos y saber que había dicho, unos segundos después y el
Vampiro estaba conmigo, saltando bardas evitando caer, bien salta,
salta una más ¡oh no he caído! –Dos vidas, apenas y pude escuchar
las palabras del chico con capa negra. Al punto de partida, la misma
escena unos segundos después y el Vampiro estaba conmigo
alcanzándome con su mano para poder pasar –No pienses en este
lugar, no pienses que estás aquí o que vas a caer, dijo el Vampiro
–Pero como no pensar en ello, ya viste lo que hay debajo de nosotros,
mas no me permitió seguir hablando.
–Cecilia, canta tienes que pensar en otra cosa o caerás de nuevo, dijo
el Vampiro. Caminaba por la barda tambaleando un poco había
llegado el momento de brincar –Cecilia, piensa en algo mas o caerás
de nuevo, escuchaba decir al Vampiro, cerré los ojos y empecé a
cantar la primera canción que me venía a la mente, Si te pusieras un
momento a pensar cómo escribir tu propio himno de la paz, si la
codicia la curará una canción este mundo sería mejor… pareciera que
no era verdad pero funcionaba, ¡Recuerda que los días no
volveraaaan! Cecilia, nos escucharon ¿Sara? Los suelos empezaron a
agrietarse y comenzaban a abrirse, vamos tenemos que irnos o las
grietas no alcanzaran y caeremos en la oscuridad, corríamos y
corríamos hasta que llegamos a una extraña ciudad sin color sólo con
tapices blancos, negros y grises –mira tus huellas, cantaste muy alto
que se desataron los colores… ¡Son ellas! Escuche decir detrás
nuestro, tomé a Sara del brazo de nuevo empezábamos a correr,
mientras detrás de nosotras se desataba la algarabía,
persiguiéndonos con palos lanzando tinta negra para poder borrar
nuestro color – ¡No volverán a cantar nunca más, su voz se teñirá de
negro! escuchaba gritar una voz gutural, sin embargo, sentí un
jaloneo lo único que alcance a ver era un gran lago azul, pero caí en el
frondoso follaje de un árbol ¿pudiste ver algo? Pregunto Chabe –baja
de ahí y sigamos, decía Sara, eran ellas pero sus rostros
distorsionados estaban, pero eran ellas podía sentirlo, el cabello de
Chabe, el cabello de Sara ¡Eran ellas! Contemplé el paisaje en donde
estábamos, caminábamos por un lóbrego bosque, parecía que los
árboles estaban pintados con las misma tinta negra, pero a pesar de
ello gobernaba la paz y el viento soplaba suavemente, hasta perecía
que construían una melodía con gaitas, flautas y violines cuando
rozaba mi oído –escuchan eso, dijo Sara, vaya creí que sólo era en mi
imaginación pensé –vamos ,viene de allá, más adentro de los pinos
gigantes, dijo Chabe, cuanto más nos acercábamos era más audible
aquel sonido ¡vaya aquel lugar detrás de los pinos gigantes! un gran
ojo de agua rodeado de pinos, con aguas realmente cristalinas que
podría contemplarse lo profundo que era, arriba un sol muy brillante,
un muelle de madera y una barca con dos remos, eran los mismo
pinos los cuales construían tan hermosa melodía, mientras Chabe y
Sara quisieron contemplar tan hermoso paisaje desde el muelle, yo
quise sentirlo, remar por él, cerraba los ojos escuchando el sonido del
agua cada vez que remaba, la brisa que se sentía junto con el calor del
sol ¡Concha! Apenas alcancé a escuchar, abrí mis ojos, ¡pero cómo es
que llegué hasta aquí arriba! hice un movimiento con los remos, el
sonido del agua podía escucharlo mas no iba en el agua cada remo
me llevaba más arriba, miraba a Sara y a Chabe desde las alturas, la
madera empezaba a rechinar, se escuchaba como si la madera
crujiese y de un momento a otro se abrieron las tablas, mientras iba
cayendo pensaba, como saldría de ahí, esperaba un gran golpe pero
no fue así, alcance a mirar a Chabe y a Sara a través de las aguas,
miraba sus rostros bien definidos mientras se llenaban de agua mis
pulmones… y me salieron aletas.
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