Deja que los perros ladren
que se rasguen la garganta juzgando fantasmas
déjalos
que ahoguen los silencios de las apáticas noches, y acosen
solitarias estrellas urbanas
deja que los perros aúllen
cuando vean pasar ambulancias y carrozas negras con caballos flacos
deja a los perros ladrar hasta que queden mudos
pero déjalos que aviven las gastadas azoteas
donde los poetas se inspiran.
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