El mar que muerde
la caverna del ahogado
el mar que muere
en tus pies que son tristeza conformada
por la mesura que alientas
en la cabellera del sol.
El mar que refleja
todas tus batallas perdidas
los brazos alzados
en son de agonía.
El mar que cala
en los huesos roídos
y en la espalda mullida
ciega de tanto andar
por estivales afónicos
y nubes aplanadas
por la prudencia que es espejo
y por la inconformidad del cielo.
El mar que retorna
la oración desteñida
que se levanta imperante
y acude al todo
para sanar las grietas
que son el oleaje que te empuja.
Cuando el mar remuerde
el incierto tránsito del tiempo
las cosas pierden su brillo
y se deshabitan
en oquedades apabullantes
en grises procesiones de desencanto
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