He aquí al hombre mutilado,
al que le faltan partes,
el que adolece de miembros,
he aquí al hombre sin corazón
sin ojos, sin lengua, sin razón.
He aquí al hombre.
Que decidió perder la cabeza
por decisión propia,
en una guillotina virtual
a la vista de todos,
en la plaza principal del mundo,
para que todos lo contemplen
orgulloso de su miseria.
Presumiendo sus carencias
como trofeos ganados
en una gran batalla por la libertad.
Presumiendo su estúpida ignorancia,
haciendo que ardan en la gran hoguera
los sagrados libros,
los viejos sabios,
las históricas raíces,
los inocentes niños,
las tiernas madres.
He aquí al hombre
que presume de su barbarie,
que presume de su poder destructivo,
que presume de mentir y engañar,
que presume de eufemismos,
y confunde la justicia con la venganza,
la ley con la opresión,
el orgullo con la fortaleza.
Que prefiere la mentira
a la verdad.
He aquí al hombre del siglo XXI.
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