Con
trazos en los brazos anhelaba la eternidad, la demencia seria herencia de una
vida terrenal, deshacerme quería de prejuicios y manías perpetuando la
conciencia en un lienzo matinal con el permiso de la cadencia humana antes de
poder olvidar.
Entusiasta
tomado de la mano con la errática punta de carbón me creí con el don de la
creación en una suerte de halago.
Mi
frustración crecía la ilustración se ennegrecía con el pasar de mis manos en su
esquela sombría. las sombras quedan disueltas en matices de mala memoria tal,
que resulta irrisoria la forma como esos garabatos se han apropiado de alguien
real.
En medio de la arrogancia de creación y una cordura
obnubilada una caudalosa cabellera me laceró la muñeca, era la reducción
supongo, de una memoria estética y una mano torpe que siendo frenética deseaba
domarla, tomarla y convertirla en algo más.
Veía en
ella ojos fríos y lágrimas congeladas no había emoción en su rostro, el precio
suponía que se quedara para siempre pero conforme me perdía en sus ojos
abismales quise arrancarme la sonrisa que me provocaba que poco a poco se
pareciera a ella.
Comienzo a imaginar cómo sus mejillas se han
ruborizado con el roce de los lápices entonces su silueta reclamada por la
libreta se quedó en la intimidad.
Sus labios trémulos teñidos de grafito
reprendieron con susurros inentendibles que no les diera una voz.
Quise
ser pregonero de las pasiones tener vocación para las invenciones, pero te
prefiero real, Paradójica osadía al final Por darle voz al resultado de una
dedicatoria mis razones nos las pude pronunciar.
Tal
vez me enmudecí en realidad porque la memoria no alcanzaba a dilucidarte y
disuadirte que la de la hoja no eras tú en realidad, todo cambio cuando la
sonrisa que le hacía falta se dibujó en tu rostro, aunque costó su
inmortalidad.
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