Amilcar Meneses
Conozco el repertorio entero de las sirenas;
su sensualidad soprano;
sus labios; mayores y menores
escalas de olvido.
Música para sordos,
para el que busca la verdad amarga
en un trago de sol por las noches,
o para quien inspira ternura
por un trozo de calor en tierra firme.
Circunstancias anfibias
embelesan a cualquiera,
y hace falta más que agallas,
para no volverse rémora.
Escuche, corazón Celacanto,
manatíes sibaritas rezando salmos,
gaviotas amaneciendo elegías,
hipocampos musitando…
Escuche y cante,
sin abrumarse por los coros,
para depurar el tono del deseo,
para no perderse entre los solos.
Yo,
que conozco la melodía,
se la canto…
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