Saturnino Ruiz Roque
Espiritualmente he venido a la
alta cima del mundo a meditar
y a pesar de esta soledad tan
inmensa me siento tan pequeño
tierna y amorosamente, convergen
los desgarrados ocasos
me embriaga una eterna paz,
el cobijo de luz esta por acabar
devenir del día y la noche
prosigue, se enturbia y es un otoño
comienza a descender la
noche y llegan luceros escarchados.
Destellos, arco iris en mágicos espirales, inimaginables formas
mi corazón y mi alma empiezan a
constelar del amor oblativo
de un dios que poder, nada es
circunstancial, solo explicación
que el artífice que lo hizo todo y de la nada produjo las cosas
obra maestra que somos
nosotros hemos de su mano salido
por eso al dar las cosas al
hermano siempre será de corazón.
Y cintilan miriadas y muy lejanas
luces, tonos multicolores
que increíbles espectáculos
sobre la bóveda negra del infinito
hasta donde los ojos del alma
alcanzan a distinguir el cosmos
en pañales envuelta está nuestra
la tierra en vaporosas nubes
chisporrotean con deslumbrante
y celestial mágico concierto
parecieran imágenes de fantasía,
como las flores de nelumbos
aún con tanta belleza, el
alma embriagada del amor humano
se consume como brasas que en
fuego las llamas por un beso
unas a otras se deslizan, las
aguas se funden al final en el río
tú y yo juntos en poesía
y aún en el dolor hemos al fin amado.
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