“Ya no
estamos pa’ consejos”. Me dijo un tío
que
le recomendé no bebiera tanto.
Es
verdad, pensé; que le puede enseñar
una
persona que tiene cuarenta años menos.
La
vida permite que el hombre se llene de experiencia,
conozca
, reflexione y aprenda.
(uno
supondría que debe ser así)
Pero
desde hace varios siglos no veo eso.
Hay una tristeza en el hombre que no puede con
ella,
cansado
de la vida o de sí mismo, transmite su hastío
a
las nuevas generaciones, sin saber en qué momento
se
perdió la alegría de vivir, en dónde la paz.
“Ya
no estamos pa’ consejos” me dijo un tío.
Tiene
razón, ya están grandecitos pa’ decirles
lo
que está bien y lo que está mal.
Ya
saben que el odio engendra odio,
que
el deseo es el mal de la humanidad,
que
la felicidad no está en las cosas
sino
en el interior de las personas,
que
el culpable de que el mundo esté así
de
jodido, es el mismo hombre.
Ya
saben que los problemas no existen,
El
mismo hombre los crea,
que
la solución está en que quieran;
el
límite del hombre es su imaginación,
y
que siempre seremos esclavos
de
nuestras creencias.
Pero…
“ya
no estamos pa’ consejos” me dijo un tío.
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