Podría pasar aquí años hablando solo acerca de ti.
Diría que es hermosa la manera en que tu piel brilla morena bajo el sol
de la tarde, como a eso de las 7:30. Pero eso no serviría de nada en el aquí y
el ahora.
Preferiría hablar sobre el placer que causa tu “buenas noche mi vida” en
el centro de mi estomago. Diré que
conoces mi color favorito y el lugar preciso en que hay que tocarme.
Explicaré con detalle como me hormiguea la piel cuando dices que me
quieres y tu aliento roza mi cuello.
Les diré a todos que no quiero a nadie más porque tú eres todos los
hombres en una sola piel, les diré que me voy a pasar diez años o diez vidas en
tu cama, las que me permita el alma.
Pero hay algo que nunca le diré a nadie, no les diré cuanto te amo y
como ambos daríamos la vida por que la del otro acabe.
No les diré donde deben tocarte ni como tus manos recorren mi piel, no
les mostraré tu risa, ni tu voz al leer mis versos, tampoco divulgaré el
secreto de tus ojos o la historia de esas cicatrices.
Pero que todos sepan que todo inició con una moneda en el aire.
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