Me encontraba descansando a la sombra de un manzano cuando
vi pasar a aquella hermosa criatura del
señor. Ella venía hacia mí con
un delicado paso y la primer y más bella sonrisa de la historia, estaba
totalmente hipnotizado, ella se paró
frente a mí y me habló con una vos dulce y delicada la cual me saco al instante de aquel
transe;” Buenos días señor serpiente” me
saludó con mucha dulzura, inmediatamente me puse a sus órdenes, Eva me preguntó
que si no había visto Adán por ahí.
La verdad es que no
lo había visto y como un caballero nunca le mentiría a una dama.
Parecía estar preocupada, se
movía con pasos muy torpes, no
parecía ser muy inteligente, y estaba muy delgada, pobre muchacha.
Por cortesía la
invite a comer unas manzanas. Ella se negó, me dijo que su padre le tenía
prohibido comer manzanas del árbol en
que me encontraba descansando.
Yo le conteste que no se preocupara, que las manzanas no
hacen mal, al contrario contienen
muchos nutrientes beneficiosos para la salud
y que si a Yahvé no le gustan no
es excusa para negárselas, después de
disuadirla un poco Eva aceptó comer la manzana sin
reproches y se sentó a un lado mío, una
vez entrados en confianza ella comenzó a
hacerme algunas preguntas que en verdad no me esperaba.
Yo no le di ninguna manzana de la discordia que la haría reconocer el bien del mal, la chica
solo tenía curiosidades que su padre no
le contesta y yo si se las respondí, la manzana que comió no le trajo ningún
prejuicio, solo es fruta, lo que en verdad ocurre es que Eva está entrando en la adolescencia
y yo fui su maestro de sexualidad.
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