La
Guerra de Paraguay (1864-1870)
Parte
VII
En
otras circunstancias, los generales brasileños hubieran desistido la lucha por
piedad con tan solo ver el desconsolador estado de las fuerzas que enfrentaban.
Sin embargo, en ese momento la ira y el deseo de venganza nublaba el juicio del
emperador Don Pedro II, la insolencia paraguaya debía ser castigada, la amenaza
del poderío de Asunción debía ser exterminada. De esta manera, motivado por un
orgullo humillado y un deseo ardiente de retribución ordeno la victoria total
sobre Paraguay, si bien derrotar una nación en las condiciones en las que se
hallaba la pobre nación guaraní estaba lejos de ser honorable. Las fuerzas
brasileñas se lanzaron sobre los defensores paraguayos liderados por Don
Francisco Solano el 1 de marzo de 1870. Las mujeres, niños y ancianos lucharon
por su vida y su nación, cayendo uno a uno ante los soldados cariocas. El
presidente guaraní, vio como sus heroicos soldados morían ante sus ojos
mientras el mismo fue herido, aunque logró escapar con la ayuda de su guardia.
Pese a su apretado escape, fue acorralado cerca de las orillas del rio
Aquidabán mientras trataba de reunir refuerzos, por las fuerzas imperiales de
Brasil. Cercado y con una nación hecha ceniza y masacrada, Don Francisco Solano
se lanzó con espada en mano contra los brasileños gritando “¡Muero por mi
Patria!” El rugido del presidente paraguayo fue silenciado por el fuego de los
fusiles imperiales. Así cayó Don Francisco Solano López, así murió el último
hombre fuerte guaraní.
Paraguay: El Trágico Final de una
Potencia
Cuando el humo se disipo y el rugido
de los cañones ceso, Paraguay estaba desolado dejado entre ver un aterrador
panorama. Los costos de la guerra para la nación guaraní eran alarmantes, pues
la disputa con la Triple Alianza había exterminado la mitad de su población es
decir doscientos mil personas[1],
su industria y economía, que se había consolidado como una de las más vigorosas
de la región, yacía en total ruina, toda su naval y ejército, el más poderoso
de Sudamérica, fue exterminado y finalmente sus dos grandes rivales, el Imperio
de Brasil y la Unión de Provincias de Rio de la Plata, se apropiaron de enormes
extensiones de suelo paraguayo. De la una vez, floreciente potencia guaraní
quedaba tan solo el recuerdo. El arduo trabajo de los tres hombres fuertes
paraguayos de convertir su nación en una prospera e independiente potencia
sudamericana termino con un monstruoso baño de sangre. Irónicamente la misma
gran amenaza contra la cual lucharon implacablemente Don José Gaspar Rodríguez
de Francia, “Caraí Guazú”, Don Carlos Antonio López, “El Excelentísimo” y
finalmente Don Francisco Solano “El Supremo”, la voracidad expansionista
argentina y brasileña, estuvo cerca de aniquilar a Paraguay. Lo que obliga a
preguntarse si la guerra con Argentina y Brasil era inevitable. Pese a las
grandes campañas libradas en contra de sus pujantes vecinos, tras la guerra
Paraguay observo como argentinos y brasileños ocupaban inmensas extensiones de
su suelo: Misiones, el Chaco Central y todo el territorio entre el Río Apa y el
Río Branco.
¿Una
Guerra Inevitable?
El saldo
de la guerra para las cuatro naciones en pugna fue devastadora aunque Paraguay
fue el país que sufrió la peor parte de la colisión. Revisaremos rápidamente
las consecuencias para todos los beligerantes.
El saldo
para la Union de las Provincias de Rio de la Plata fue de dieciocho mil
soldados muertos en batalla más cinco mil caídos debido a disturbio internos
además de doce mil combatientes exterminados por la peste de cólera[2]
que se dio lugar en territorio paraguayo.
El
imperio de Brasil pese a que fue el gran vencedor de la contienda fue el que
más perdidas tuvo de los tres integrantes de la Alianza. Don Pedro II perdió
aproximadamente cincuenta mil efectivos en combate y cincuenta mil más debido
al cólera[3].
Siendo el mayor interesado en llevar a cabo la guerra fue el que invirtió más
recursos en ella, por esta razón al finalizar la guerra su hacienda enfrentaba
una seria crisis de déficit.
Siendo
Uruguay el que menos participación tuvo en el combate con Paraguay, sus bajas
no fueron tan impactantes como las de Argentina y mucho menos del coloso
brasileño. Aun así debido a su tamaño
Ante tan desolador y trágico desenlace cabe
preguntarnos ¿Era la guerra inevitable? ¿Acaso no existía manera de eludir tan
brutal y sanguinario episodio en la historia de estas naciones? Algunos
historiadores aseguran que si lo era. La Guerra Paraguaya sin duda era una
peligrosa situación, un barullo de intereses encontrados que a la más mínima
provocación amenazaba con estallar. El problema fundamental de la guerra entre
Paraguay, Brasil y Argentina fue su obsesión por convertirse en la potencia
hegemónica de la región, es decir el deseo de poder. Ninguna de estas naciones
puede ser exenta de esta falta, ni siquiera Paraguay, la cual resulto ser la
más devastada. Con respecto a esta última, en varias ocasiones la corriente
revisionista ha presentado a Paraguay como una víctima del expansionismo
brasileño y argentino. Al analizar los sucesos y procesos que se dieron previo,
durante y después de la guerra, es innegable que tanto el Imperio de Brasil
como la Unión de las Provincias de Rio de la Plata llevaran a cabo una campaña
expansionista en contra de Paraguay. Sin embargo, los tres hombres fuertes
paraguayos buscaron consolidar a Paraguay como una potencia regional. Quizás
fue Don Francisco Solano López quien en su obsesión por consolidar el poder
paraguayo, llevo a su nación al borde de la devastación. Sus antecesores habían
llevado a cabo el mismo plan sin embargo, habían demostrado gran tacto al
tratar con los dos colosos que amenazaban sus fronteras. Por medio de una
política cauta y el utilizar su vigorosa industria y poderosa maquinaria
militar tanto Caría Guazú como Don Carlos
habían tenido éxito en mantener a raya a sus belicosos vecinos. Sin
embargo, ellos habían usado el poderío paraguayo como un escudo, como una
temible amenaza, utilizándola para infundir miedo más lo habían mantenido
intocable. Para mala fortuna de Don Francisco, este permitió que el legendario
poder paraguayo fuera puesto a prueba. El último hombre fuerte guaraní
subestimo la peligrosa situación a la que estaba llevando a su nación.
Confidente de su superioridad militar creyó que obtendría una victoria
contundente sobre los brasileños en Montevideo y restablecer a sus aliados
“blancos” en el poder. Sin embargo, no solo sus acciones provocaron la
intervención de Argentina sino que los “colorados” uruguayos terminaron por
declararle la guerra a Paraguay. El peligroso juego por el poder en Rio de la
Plata en el cual Don Francisco Solano,
Don Bartolomé Mitre y Don Pedro II buscaron la hegemonía total, terminó por
arrastrar a la región a un baño de fuego y sangre y amenazó con borrar a
Paraguay del mapa. Con un desenlace tan funesto evitar la guerra no era una
opción. La lucha por el poder termino por hacer de Paraguay un paraíso en
llamas.
¿El
Imperio Británico el Cuarto Aliado?
Con
respecto a si el Imperio Británico orquestó la guerra de la Triple Alianza en
contra de Paraguay como los historiadores revisionistas latinoamericanos
sostienen, se vuelve la búsqueda de una respuesta evasiva. La investigación
emprendida por Leslie Bethel en su obra The
Paraguayan War, postula lo siguiente:
“Cito el argumento en el que se presenta
que como “estados clientes” y neocolonias, Argentina y Brasil fueron motivados
y manipulados por Inglaterra, el “cuarto aliado”, para que emprendieran un
guerra en contra de Paraguay. Y de esta manera cumplir el propósito de
Inglaterra de socavar y destruir el modelo económico paraguayo autónomo, el
cual era una amenaza al avance de su propio modelo capitalista liberal en la
región. Más especifico, su objetivo era abrir la última económica cerrada de
Latino América a los bienes manufacturados y capitales ingleses y asegurar para
Inglaterra, nuevos recursos y materia prima, especialmente algodón. Esta tesis
revisionista, arraigada en las preocupaciones de 1960 y 1970, tiene cierta
popularidad entre los intelectuales. Desafortunadamente, existe muy poca o nada
de evidencia que la soporte”[4].
La
posición de la investigadora se presenta como una defensa interesante y tiene
razón al afirmar que no existe suficiente documentación que pruebe la
participación del gobierno británico en la guerra que se libró en contra de
Paraguay. Sin embargo, ella misma afirma que de manera particular bancos
británicos otorgaron a Brasil y Argentina cuantiosas sumas de dinero para
cubrir los gastos bélicos. Y aún más importante, fue el armamento británico
vendido al imperio brasileño el que fue determinante en la victoria final sobre
Paraguay. Por ende, si bien es cierto que es imposible probar que el Imperio
Británico ordeno la guerra en contra de Paraguay o por lo menos instigo a que
se llevará a cabo, también es innegable que existieron serios intereses
británicos involucrados en la guerra que se llevó en contra de Paraguay. Hasta
que no se encuentre un comunicado especial por parte del gobierno británico a
los de Brasil y Argentina, en los que se sugiera o se ordene un ataque a
Paraguay no se puede afirmar que el Imperio Británico fue el “cuarto aliado”.
Sin embargo, si se puede confirmar que existieron intereses de particulares
ingleses involucrados en la guerra especialmente de bancos y compañías de
guerra.
[1]
“La Guerra de Paraguay”, Historia de
Iberoamérica Tomo III: Historia Contemporanea, Madrid: Catedra, 1998, p.
310.
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