José Gorostiza le escribió
una
biblia a los perros románticos:
<<
Sitiado en la pirámide de cholo, oráculo mítico de la manada,
maniáticos
perros hechiceros, prófugos de la cordura
conjuraron
todos los proverbios de locura, cotorreo infinito,
muerte
inevitable, muerte sin fin.
Detalles,
alucinaciones,
e
interminables electroshoks
invocaron
nueve puertas.
Puertas
de muchas máscaras con imágenes de tragedia, vómito, pobreza y cárcel.
Y antes
de adentrase a cada una de las puertas,
los
perros románticos tuvieron que secarse en el reflejo de ellos mismos
para
recibir el naufragio en pleno desierto
mientras
la luna desvanecía con sus parpados cualquier oasis.
Afilaron
sus colmillos y, decididos,
sin creer en el futuro de seda que quema con
la moral
los perros se arrojaron hacia sus respectivas
puertas
y vieron
en la caída todas las maldiciones humanas
en
espíritus de locura, enfermedad y catástrofe,
y
siguieron cayendo, juntos como manada
ignorando los bordes de libertad y soledad,
desintegrándose
y volviéndose a unir en pedazos de silencio
hasta que
la visión crujiente del bautismo
los
aterrizó a todos en una fiesta
subterránea
con forma
de alcantarilla y música visionaria
proyectando
el vuelo de un pájaro o el mismo deseo del sueño.
Entre la
verdad, las luces y la sofocación de las masas,
el
éxtasis comenzó a mecerlos, los días, los siglos y los héroes
consumiendo
bailes incurables de pensamiento perruno.
Budas de carne y hueso profetizaron años de
demencia
por temor
a un olvido sin gravedad,
a una
tumba convertida en abstinencia.
La
ciencia física se desvanecía de la tierra
cada vez que aclamaban fuerzas ciegas de amor
perruno fraternal
hasta
llegar a la posibilidad de un arte puro, una breve iluminación.
es el
instante de todas las salvaciones metáforicas.
Pero la
historia contemporánea no les permitió avanzar
en su
campo de exploración perruna cuyo carácter era nada menos que locura.
Cáncer,
Religión gritaron los humanistas, reducirlos, en fin, a la obediencia.
Batallas,
guerras épicas de slam poético se celebraron.
Y en un
ladrido desolador antes del zumbido
invocaron de broma al Diablo.
Toc-Toc
se escuchó en los cielos sin límites
donde
sólo se podían vislumbrar
las puertas con una reparación óptica.
Toc-Toc
'Déjenme entrar' gritó la mismísima voz del Diablo,
irresponsables
de su respiración adolorida, guardián de toda maldad
los
perros abrieron las puertas, con sacrificio,
a la forma más extrema de la humanidad.
La mil y
un formas de bestialidad se abalanzó en meteorito hacia
los
monstruosos fracasos históricos y extendió sus alas antes de estrellarse con
la razón.
Suspendido
en un segundo dio origen a un nuevo
drama,
eran
voces de insulina que indicaban el sendero
a la
antigua ciudad donde nacieron los perros
y
siguieron los ecos que confrontaban sus concepciones poéticas
para
llegar a casa, al lenguaje,
Abrir,
abrir, abrir, los ojos
a través de puertas dentro de más puertas, y
luego a ellos mismos,
los
perros románticos>>
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