Quise encontrarte en versos perdidos, huir de una realidad y
envolverme en una fantasía, quise encontrarte entre líneas de
un libro incierto pero lo cierto es que no pude encontrarte en
aquellos lugares, o es que… ¿Al ocaso de mi vida podre verte?
Sonó el teléfono no quería contestar más la intriga me carcomía
–Mamá tuvo problemas con el marcapasos, quiere verte.
-quiere verte, quiere verte- sonaban una y otra vez aquellas
palabras en mi mente, fue como si mis pies despertaran y
supieran hacia dónde dirigirse, pero antes de ello tome unas
cuantas hojas con versos mal redactados, no sabía que iba a
decirte pero una hoja lo haría. En el camino una margarita, como
tu nombre, se asomaba en el patio de la vecina, opté por tomarla,
quizá podría entregártela y la deposité en mi bolso. Mientras mi
corazón sonaba en mis oídos y mis pasos torpes apenas me hacían
andar ¡esta ventura gobernaba en mí! pero mis pensamientos
fueron interrumpidos por la algarabía que se desataba a
unas cuantas cuadras de mí. Asaltantes se encontraban en la
tienda de la cuadra, quisieron detenerlos pero nadie sabía que
estaban armados por lo que se escucharon los tiros invisibles…
y se tiño de negro mi mirar, efímero como un suspiro lleno de ti
mamá, como lo pensé esta tarde al ocaso de mi vida pude verte,
sosteniendo en mi pecho aquella flor con tu nombre y un verso
mal redactado –quizá te he olvidado, quizá mis ojos no te miran
como te miraban antes, pero lo que es cierto: es la mentira detrás
de la palabra quizá. Mujer, bañarte de hermosas palabras, pues
es lo que eres musa, delirio, cielo y también infierno, pero como
he de olvidarte, mujer, tierra fértil que de ti nací, amarte es lo
que deseo, te amo… mamá.
Mientras sostienes esta hoja en tus manos temblorosas,
una lágrima se asomaba en tus ojos y una margarita aún
llena de vida adorna tu habitación y te preparas para
darme el último adiós.
A ti mujer
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