Ve allá, donde no habitan los hombres a gritar tu desdicha
sin consuelo, sin veredicto
hasta que,
una gravedad amarga censure tu memoria
Y el aliento se debata contra el instinto
entre el cálido galope de la inmensidad
y una indolente superficie
Limbo en que el alma sin peso
se dispersa entre sombras
en su eco salado, absoluto
hasta que,
tu cuerpo se parta laxo
y macilento
ante la claridad
… no más… no más.
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