Nos dirigíamos a Puerto Vallarta, a
realizar un trabajo urgente. Sin tiempo que perder tomamos un camión de esos
dorados que siempre tienen regalos para los pasajeros. Eran las 12:00 de la
noche cuando abordamos el Autobús. Encontramos en los pasajeros gente muy
diversa, desde gente vallartense que regresaba de realizar alguna visita, o de
una consulta médica en los centro de especialidades de la ciudad, hasta los
turistas que decidieron ahorrar unos dólares viajando a Guadalajara, recorrerla
y después ir en camión en parte por el ahorro y en parte para conocer por
tierra el país. Pasamos los primeros kilómetros sin inconvenientes, platicaba
plácidamente con mi papá de muchas cosas como acostumbrábamos en esos viajes,
recordábamos cuando tuve paperas y por poco no lo cuento, esto porque la
enfermedad me vino, después de haber sufrido una infección muy fuerte.
La historia de esa infección es como de
cuento de terror, cuando era un bebé, mis papás pensaban que era muy llorón
siempre los despertaba en la madrugada llorando con todas mis fuerzas, pero
aquel martes se dieron cuenta de que no se trataba de un llanto normal, mi papá
muy enojado porque los desperté, le dijo a mi mamá que fuera a ver que tenía;
sin prender la luz, mi mamá me palpó mientras me abrazaba y sintió humedad en
mi pie, rápido prendió la luz y descubrió que era sangre, revisaron y
descubrieron que una rata había estado comiendo de mi biberón, y yo desde bebé
tengo la costumbre de no aceptarle nada a nadie así que me imaginó le di de
patadas a la rata y está fue su respuesta. Después de eso enfermé de paperas y
por esa infección previa se me complicó mucho, estuve muy cerca de morir. Esa
era una de las historias recurrentes de los viajes esa y otra no menos célebre,
que era una historia que ocurrió en una feria, yo fui de los hijos menores de
mis papás y cómo ya tenían tres, era muy difícil cuidarnos, lo que ocurrió fue
que en un descuido desaparecí de la tutela de mis padres y se imaginaran el
drama, lo importante fue que mi papá actuó rápido y se subió a un juego desde
donde pudo ver que ya me llevaba una señora, sin perder tiempo corrió y me
arrebato de las manos de la señora que sólo Dios sabe a dónde me llevaba y con
qué intenciones. En estas charlas se nos iba el viaje cuando por fin entramos
en Nayarit, porque hay que decirlo para ir a la costa en mi país, se tiene que
entrar a otro estado siendo que voy a la costa de Jalisco, partiendo de la
Guadalajara, cosas que te dan a entender que en México les gusta que rodees,
para que conozcas y para que pagues cacetas a consto de primer mundo.
Pero en este rodeo que se hace, se
pasa por una parte bastante peligrosa llamada, Plan de barrancas, que está
llena de curvas con voladeros, en esta parte que es muy lenta siempre me pongo
a leer los señalamientos y uno me llamó poderosamente la atención decía cuidado
con el ocelote, el ocelote que es un felino que habita en esa zona es un poco
más chico que un puma. Y yo pensé, quien se va a detener en esta zona es poco
probable que eso pasé, en eso estaba cuando, miré por la ventana y vi a uno de
esos animales parado en un árbol delante de nosotros en eso trate de llamar su
atención y moví las manos lo más rápido que pude, el ocelote me vio y sin decir
agua va se lanzó a mi ventana estrellándose en el vidrío. Todos los pasajeros
se alarmaron el vidrío resistió el impacto, y el chofer se percató del impacto,
al notar que el animal maltrecho se alejaba, no falto el activista que dijo hay
que ver si está bien, a lo que el chofer respondió que era muy peligroso
arrimarse a él. No podía creer que me tocará ver a uno de estos felinos y de no
estar tras un crista me hubiera enfrentado a lesiones de con sideración o a la
misma muerte, sería el colmo que terminará en las garrar de un ocelote después
de libarla de tantas cosas en mi niñez, no sé si ya estoy predestinado a
terminar de forma trágica mi vida, pero me queda claro que los señalamientos de
las carreteras tienen su razón de ser y es mejor hacerles caso.
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