Tiene una
mirada de encanto perpetuo y furia discreta guindando entre el silencio y
palabras de consuelo. Un brillo singular atraviesa el umbral de su quietud, es
una idea incandescente, Un relámpago estridente que contempla la pelea entre lo
mundano y lo extraordinario. Una memoria difusa para esbozar una sonrisa, o un
silencio pausado para lacerar con improperios lo que está mal en el mundo. Cráteres en las mejillas que despertarán, y
en el medio un torrente escarchado.
Seguramente algo le ha estremecido, sus ojos lo gritan, Desde el fondo
de ese torrente el bosquejo de una carcajada que llevaba años dormida extiende
su canto para embelesar penas o amarguras y cambiarles el semblante. Temía por
su voz diáfana que se esforzaba por ocultar los estragos en un silencio capaz
de desgarrar pero que se quebraba por su sinceridad, me sentí honrado y
culpable a la vez. El mundo que la contempla maravillado, se encuentra
consternado sus propios encantos están peleando por su atención porque en el
instante que sus ojos queden expectantes, se olvidará de lo ordinario, temen
los habitantes de ese mundo en crisis por su vida intermitente y ruegan al
tiempo les dé otra oportunidad, El mundo se resquebraja esperando que la
incertidumbre como remedio les devuelva su quietud, sólo entonces recordará
que hay más cosas afuera, un mundo al que maravillar con su presencia
en él. Yo sólo espero ser sobreviviente y se me permita contemplar ese
espectáculo una vez más sobre un páramo jadeante. En realidad, el mundo avanza
con indiferencia siempre, tal vez no se termina con la indiferencia de una
persona, hay quienes no la conocen, supongo, pero es que hace mucho no la veía
sonreír así.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario