Expresión Libre

viernes, 31 de agosto de 2018

Cinthya Patricia Rodríguez




Invoqué a la paz,
cuando caía lentamente al precipicio.
Justo cuando me sentía cansado
de tanto recorrer sin encontrar
el verdadero camino.
Un poco perturbado por el estrés,
decepción y preocupación.

Su silencio me hizo dudar y reflexionar,
porque su voz de esperanza
me lo revelaba todo inesperadamente.

Inhale repetidas veces para agarrar impulso
e intentar  luchar, mientras que en cada exhalación,
los liberé a todos...
A los viejos y nuevos sentimientos,
a las emociones que paulatinamente
detienen mis pasos,
a los miedos que generan ruidos internos,
a las sombras del pasado y al coraje, entre otros...

No sé cuánto tiempo pasó,
pero me pude encontrar a mí mismo;
acaricié mis ojos y les agradecí
por las maravillas que me permiten ver,
besé mis manos y con ellas bendije mi cuerpo.
Por primera vez, abracé mi esencia,
que me hace único y especial en esta tierra.
Pude sentir los latidos de mi corazón,
mientras mi alma actuaba.

Renací. Volví. Me amé y me acepté tal y como soy,
 con defectos, virtudes y talentos.

Al final, una chispa iluminó mis pasos
y me condujo nuevamente a la luz,
 a la fe, a la esperanza y a la fortaleza.

Reconocí mi nombre, el olor de mi sangre 
y la importancia de mi lugar en este  espacio.

Hoy mi espíritu se ha renovado
y elevado su potencialidad.
Ahora soy otro, ahora me amo
y me reconozco.

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