Expresión Libre

miércoles, 22 de agosto de 2018

Cruenta caridad / Luis Mario Chávez Aceves



Corrompido el deseo del compromiso de la ayuda a un prójimo malagradecido, la mente de un hombre compasivo se mancha con la pretensión de ver sus deseos cumplidos. No es caridad afortunada la que se recibe del hombre atormentado por sus acciones enmendadas con una lustrosa muestra de cariño efímero. Ni es caridad si quiera, si su intención condena a la rutina el compartir, demostraciones de afecto asociadas al calendario. Si al necesitado no lo crean las fechas ni las predicciones, lo crean las crisis, su vulnerabilidad que lo enajena, que lo aísla de la vulgaridad, de todo lo que se pierde, y lo poco que realmente vale, lo que pretende ganarse.
Es cruenta caridad, de quien lastima, con la presunción de la buena acción, simplemente en silencio se acerca, sin gloria ni arrepentimiento quien quiera ver realizado su propósito.
Sin sangre derramada sin matanza desmedida, se juega con la tragedia y se recompensa con la mentira, eso es la cruenta caridad, la que desoye los lamentos de quien solicita apoyo, glorifica a los mediocres, y castiga a los incautos. Su ignorancia no es más que falta de criterio, su mérito es poderío sobre los entes que consumen espectáculo. 
Creencia en hombres dementes, sobrepuesta en su falta de juicio, la prueba de poder fehaciente, es la ausencia de quietud en un resquicio. Hombres que promueven esta cruenta caridad, juegan con la inocencia de la edad, y con la paciencia del ferviente, el día que el impaciente rompa con su ignorancia, no será lo bastante ardiente el fuego que rodee su mente. Cometerá actos de locura sintiéndose recompensado, con la horridez de ver, las cicatrices de un mundo desengañado.

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