Expresión Libre

viernes, 28 de junio de 2019

Jesús Alfonso Silva Iñiguez




Te estás despidiendo desde hace mucho tiempo,
Sé que no te quieres marchar
 Aunque salgan de tu boca esas palabras
Yo solo espero la noticia
Se me rasgarán los ojos
Te pensaré cada momento
A partir del día marcado
Ya no podré  visitarte
Ni te pasaré cervezas de contrabando
A poco me sabrán las décadas que nos dieron
Para estar juntos
Aun estás pero te veo soltar
Cada día más lo cotidiano
Ya no estás para el día a día
Lo que quieres es avisarnos
Que nos veremos luego
 Mientras tanto no sabré aguantar la espera.

jueves, 27 de junio de 2019

Jair González



Asunción de los excesos de un hombre antes encerrado. Fumar dos cigarrillos en tiempo predilecto para sólo uno, beber café tras café sin enjuagar los riñones, tararear la misma melodía por horas sin conteo, engullir en tu boca el bocado gigante, sobrepasando las dimensiones orbiculares, defecar en indefinidas ocasiones, ignorando al esfínter, merodear por la casa de quien amas, exasperado y derrochando pasos sin cordura, traficar sustancias, con la soberbia de la codependencia olvidada y terminar por consumirlas, permanecer adherido a tu madre, imaginando nunca haber sido parido, correr y correr, padeciendo envidia contra el cansancio desconocido, coitar por mera competencia de una hombría que nadie califica, ahogar las plantas al regarlas, pensando retrógradamente que el agua es eviterna, zambullirse bajo el agua, respirando para sentir la premortouria huida al limbo, esperar por horas en cualquier lugar y no entender qué es lo que esperas, viajar deseando nunca volver, y regresar frustrado por insatisfacción natural del quien viaja, morir cada día al paso atemporal del tiempo, resguardando una niñez esfumada, aborrecer al médico que trata tus enfermedades destruyendo tu cuerpo, tentar y tentar, abusando del tacto, hasta perder la sensibilidad en las manos, leer a ratos, encondiéndote de los anteojos y quedarte ciego todo el día.
Asumidos placeres del exceso.


miércoles, 26 de junio de 2019

El circo del mono-humano / Jehiel Mizraim Téllez Velázquez





Gris nocturno en safari-circo
Un trapecista balanceándose con la muerte, cuan danza macabra
Jugando a la trascendencia
Un payaso triste riendo de fondo
Cae hacía el delirio multicolor
De una cara relamida por la fantasía
Mientras un domador/de características simiescas
Exhibe al desnudo al mono-humano
Coloso de la razón
Esa bestia enmascarada
Domesticado al fin por el tiempo,
-los espectadores miran sorprendidos-
Muy pocos habían visto a uno de tan cerca
Que aun conservara todos sus dientes
Era un ejemplar masculino de edad desconocida
Incapaz de levantar la mirada
Por su joroba, que a bien le condenaba
Sus testículos se exhibían,
En alguna otra parte del Mediterráneo
Como el trofeo de un cazador
“otro humano castrado”
Fue la única solución que encontraron los simios
Después de la última gran guerra
Para evitar que se propagara su descendencia
En otros atardeceres
En otra realidad
El mono-humano metería su mano entre afiladas garras
Pero no era el caso
¿Cómo era posible que aquello hubiera dominado en otros tiempos?
Muestra sus cadenas
De un momento a otro se libera,
La multitud queda anonadada
Se estremece con sus movimientos
Que en un inicio parecen violentos
Alguien grita, pero el mono-humano
Agacha la cabeza y cruza el aro de fuego
Doblegando así su voluntad
Quizá el único rasgo de humanidad
Que aún podría conservar
Para convertirse en el morbo social
Consagrarse como el hermano menos evolucionado
Aquel que se extravió en el camino de Darwin
¡Otro ilustre olvidado!
Igual que un dios sepultado
Uno tras otro
Y otro…
Y otro…
(la tecnología para la castración
Siglo XXII la mitad de la población
Incapacitados por la técnica
Y el resto en desnutrición
O matando
Así es la muerte
Utilizada como moneda de cambio)
El domador agita su látigo
Obliga a sentarlo
-Alguien, un niño, le arroja un cacahuate-
De su grandeza sólo quedan las leyendas de otros inviernos
Algunas ruinas, más bien laberintos sin sentido
Sin cristales, sin miras,
Queda lamer sus heridas
Al tiempo que se prepara para volver a salta el aro de fuego…

martes, 25 de junio de 2019

Luis Mario Chávez Aceves



Enardece errante cenicero, toma cuanto vicio te corrompa la cordura. Con ojos de universo contempla el libro maligno de la eternidad, fenecerás soldado de arena y hueso pulverizado. Piel calcárea, piel vívida y cuerpo maldito calcinado por la iracunda combustión espontánea de silencios lacerantes. Hombre del polvo, hombre de nada, de pertenencia anhelada y nunca alcanzada, vives una guerra interna con el cuerpo y la almohada, se atan los espejos húmedos en la cara de la luna, y lo tórrido se vuelve horrido sin desahogo. Desempolvar la cara es desdibujar la sonrisa que le das a la inocuidad de no moverte, el letargo se cierne sobre la fantasía y fabrica su propio punto de quiebre. Revientas y quieres besar la nada como agradecimiento a no caer desmayado, inventas amasijos de carne les pones nombre y fecha como si concebir se te diera, despiertas e imaginas lo desierta que es la carne, la podredumbre por debajo de una tierra que es de nadie y quisieras nutrirla con torrentes invocados por danzantes suplicantes que han frenado su última gota de sangre para que libremente la voluntad de otro, divague. Salvarte, mejor menospreciarte, personaje de arcilla en un mundo de hostilidades, un mundo de fantasía que se burla de los mortales, sus pupilas dilatadas por magníficas obras de arte, sus parientes encadenados por seres pensantes. Creaturas inconclusas, creaturas ignorantes se clavan libros cómo estacas al cuerpo, rompiendo su ilusión de mortalidad con razonamiento. Encadenado a placer, descrito nunca experimentado, su tactilidad en la cabeza, arañando el tejado sus manos en el fuego imaginando lo prohibido. Incapaz de tocar su propio cuerpo a juzgar por el desdén que siente su piel, ennegrecidas o pigmentada, manchada o condimentada piel muerta disuelta en el aire es vida de cuerpo reflejo. Mirando de lejos un guiñapo que envejece con los años, quisieras ser sonrisa perpetua o una lágrima que toma vuelo fuera de estas cuatro paredes de arrepentimiento que conservan la piel con un semblante perfecto mientras extraña lo que es necesario y ve ajenas sus entrañas. Cuerpo lamento que seas sólo para mí, imaginar más no puedo, la intimidad no es lo mío, y tú pronto ya no estarás aquí.

lunes, 24 de junio de 2019

Coatzacoalcos / Ma. Guadalupe Martínez Bernal



Ciudad con base Olmeca
Trazos de sus calles “Ciudad de las Avenidas”
Zanates muchos van y vienen
Al vuelo la tarde del  parque Independencia
Coco, río e industria
Olor a  marisma, elotes, mariscos
Altar de Quetzalcóatl
La llave del sureste
Corona de carnaval,  Guazacualco
Origen en Barragantitlán
Siempre serpiente emplumada.

Verde flora que destella,  colores salpicados
Palmeras esbeltas, solitarias, centinelas.
Río compañero y testigo 
Almendros tapizan el paisaje
Cruz, Villa, Espíritu Santo
Ribera histórica, escalinatas lejanas…
Puerto custodiado por San Martín y Santa Marta
Calle Zaragoza principio y fin.

La perra negra / Manuel Rayas



Se esconde entre los fierros del taller para que nadie la encuentre. Mari la busca para darle su pastilla: antibiótico. El mundo le ha fallado a la perra, sabe que el dolor está cercano a la muerte; que horadaron su carne para cocerla puntada a puntada.
Se perdió toda fertilidad. Ya no quiere un contacto con nadie. Simplemente no hay deseo.
Huye de toda palabra-negra, negra- su soledad es tan acusante que incluso, tapa sus ojos con sus pequeñas garras.
Mari sabe que es necesario el antibiótico porque mata microorganismos.
Destruye la incubación de los gusanos, expulsa sus cenizas del tiempo.
Por más llamadas que le hagan, la negra se vuelve sobre sí misma .Entiende que en la soledad está lo que uno es definitivamente.
Aunque solo se trata de abrir el hocico y tragar una píldora; la acción más sencilla requiere del mayor sacrificio: traga pastillas, traga el mundo, traga su voluntad. La han quebrantado por la fuerza.


sábado, 22 de junio de 2019

Sueños de cantoya / Nancy Álvarez





La primera vez que alguien me preguntó qué quería ser de grande tenía cinco años. ¡Qué pregunta tan absurda! ¿Qué puede querer ser un niño sino un niño y nada más? Honestamente, no recuerdo qué respondí, pero mientras los demás querían ser médicos, ingenieros, abogados o maestros, yo sólo quería saber qué hace un médico o un abogado o cómo sabes que quieres ser esto o aquello cuando-a esa edad-ni siquiera sabía qué colores elegir para hacer mi globo de cantoya.
Morado o azul o blanco o los tres colores a la vez ¡qué difícil decisión! Cortábamos el papel de china por la mitad, intercalábamos los colores elegidos y los íbamos pegando con “resistol”. -¿Qué quieres ser de grande?- Cortábamos una botella vacía para hacer la mecha.- Grande…grande…eee…- Entre todos sosteníamos el globo, lo alzábamos un poco para insertar el trapo bañado en petróleo, luego, el más valiente, encendía el fuego. El aire caliente llenaba el globo y lo elevaba poco a poco - ¿qué significaba “ser de grande”? -.
Entonces lo perseguíamos; primero lentamente como si no creyéramos que, en algún momento, en el menos esperado, el viento y el calor lo elevarían más y más y lo alejarían como –ahora sé- se alejan los sueños. Corríamos tras él a carcajada suelta; sabíamos que nunca lo íbamos a alcanzar, que tarde o temprano se perdería entre las montañas como otras tantas veces, pero el sólo hecho de seguirlo nos llenaba de alegría el alma.
Y así corrimos muchas tardes, tras un globo que desaparecía en el horizonte. Regresábamos a casa con las sonrisas a toda vela, cansados y felices, con las rodillas raspadas y las caras sucias, hasta que un día, nos vimos tratando de alcanzar sueños que se perdían en el horizonte y regresábamos cansados y con el alma rota porque no pudimos lograrlo.
“¿Qué quieres ser de grande?” Entonces me di cuenta que ser niño no era importante, lo importante era ser “grande”, aunque nadie especificaba si en talla, estatura o edad.  ¿Por qué nadie nos pregunta qué queremos ser de niños? Yo quería ser feliz y ya.

Cynthia Patricia Rodríguez




...Y un día entendí que después de volar alto,
la caída no iba a ser tan mala si me iba a recordar
lo que desde hace mucho había olvidado;
si iban a regresar los encuentros conmigo mismo,
el amor propio, el acariciar mi alma día y noche
y reconocerme fuerte y bella frente al espejo.
Sentí nudos en la garganta
Tuve noches de insomnio
Dolores de cabeza
Una lluvia interna...
Te confieso, volví a sentir miedo,
pero ahora con un sabor diferente:
Temblando pero de pie
Llorando pero con firmeza
Con una vista nublada, pero sin perder el sentido.
Sabiendo hacia dónde ir.
¡Desperté de la pesadilla!
Descubrí que el mal momento se iba a ir poco a poco,
pero que mi voluntad se quedaba conmigo.
Que podía girar el mundo y no pasaba nada si yo no quería.
¡Me levanté!
Aún con las alas rotas, despegué del suelo
El cielo me sonrió y fue mi testigo cuando lo acaricié.

viernes, 21 de junio de 2019

Flor de Capomo / Paul Carrillo





Sirven de agujero las palabras al servicio de un discurso canción que ya sin música arrastra tras su paso el esqueleto para entonces el cadáver militante se ofrece a la rapiña días disfrazados de buitres que nos da la razón por otro lado, la palabra hunde su semilla luminosa en el sexo de las cosas, y estas, fugaces y frenéticas danzan sobre los significados creyéndose el barniz del universo Nada nuevo bajo la palabra sol: el lenguaje nos oculta al alumbrarnos, pero si dice alguien de golpe cuchara o hipocampo flor
nace una temblorosa entre sus labios.

lunes, 17 de junio de 2019

Hemos sido / Saturnino Ruiz Roque



“Soneto” 14


Cuantas veces, ¡junto al lecho del mar y la arena!
Te dibujó aquel viento, ¡tu cuerpo y tu figura!
Cuantas veces, latió el corazón, ¡sin ver mi pena!
¡Contemplando el eterno universo en mi amargura!

¡Cada noche en cada estrella el iris de tus ojos!
Mitigó la pena, ¡de no verte y el saberte ausente!
Y cuanto añoro en tu cuerpo, ¡su fragancia a rojos!
Pétalos, rosas en botón tu boca presente.

Tanto te amé y tú, ¡sin siquiera saberlo amada!
Tantas veces, te acarició el viento, ¡vacilante!
Cuantas veces, un beso eterno, ¡rodo a tu boca!

Mil veces crucé el cielo, ¡buscando tu mirada!
Y en mis ojos, un río, silencioso, ¡rodante!
Amándote en silencio, con ansia lenta, ¡loca!

domingo, 16 de junio de 2019

Cómeme a pico / Vocaur





Cómeme a pico en la fuente
pájaro salvaje destilando amor...
pico a pico,
ala a ala.
Horas devorándome,
desangrándome el recuerdo.
Amor bonito,
Amor sincero,
Amor de niños que éramos.
Que pluma tan negra que es tu pluma,
que pico tan bruñido es tu pico.
mientras canta la fuente
tu me comes a pico.
Pico de amor incomparable,
pico de encanto resilente,
metáfora viva de amor
que nos profesamos.
No te separes de mí,
no quiero que te vayas,
no me dejes en este sentimiento desenfrenado.
ÁMAME A PICO,
CÓMEME A VUELO
MIENTRAS TE DURA EL ANHELO.