Expresión Libre

jueves, 27 de junio de 2019

Jair González



Asunción de los excesos de un hombre antes encerrado. Fumar dos cigarrillos en tiempo predilecto para sólo uno, beber café tras café sin enjuagar los riñones, tararear la misma melodía por horas sin conteo, engullir en tu boca el bocado gigante, sobrepasando las dimensiones orbiculares, defecar en indefinidas ocasiones, ignorando al esfínter, merodear por la casa de quien amas, exasperado y derrochando pasos sin cordura, traficar sustancias, con la soberbia de la codependencia olvidada y terminar por consumirlas, permanecer adherido a tu madre, imaginando nunca haber sido parido, correr y correr, padeciendo envidia contra el cansancio desconocido, coitar por mera competencia de una hombría que nadie califica, ahogar las plantas al regarlas, pensando retrógradamente que el agua es eviterna, zambullirse bajo el agua, respirando para sentir la premortouria huida al limbo, esperar por horas en cualquier lugar y no entender qué es lo que esperas, viajar deseando nunca volver, y regresar frustrado por insatisfacción natural del quien viaja, morir cada día al paso atemporal del tiempo, resguardando una niñez esfumada, aborrecer al médico que trata tus enfermedades destruyendo tu cuerpo, tentar y tentar, abusando del tacto, hasta perder la sensibilidad en las manos, leer a ratos, encondiéndote de los anteojos y quedarte ciego todo el día.
Asumidos placeres del exceso.


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