Expresión Libre

miércoles, 8 de octubre de 2014

Esa pausa llamada felicidad

Roxana Von Jagermeister.

Hace tiempo ya, dejé de escribirte y me es difícil precisar un solo motivo, pues fueron muchas las circunstancias y no un momento específico por el cual hasta hoy vuelves a saber un poco sobre mí y mi vida que te parecerá ahora la de una desconocida. En parte, supongo, han sido las ocupaciones normales de la vida como el trabajo, la casa, a veces los amigos, también otro tanto los libros, pero créeme cuando te digo sinceramente que aunque desde hace tiempo no te escribo ninguna carta, redacté muchas veces mentalmente hojas y hojas con historias escritas para ti enviadas a través del viento perdidas en remolinos, disueltas entre las nubes. Aquí todo parece ir mejor y el panorama luce tranquilo, silencioso, irreal. Me he dedicado entre otras cosas a cuidar de mí y a recuperar la salud así como también a reencontrarme con amistades de otros días de quienes ya me había olvidado por completo. He hecho lo posible por llenar mi vida con momentos buenos y cosas buenas, recopilando todo aquello necesario para volver a ser feliz. No ha sido fácil. Llegué a sentirme tan mal que algunos días parecían ser los últimos y a veces deseaba que lo fuesen, afortunadamente se vacío mi dolor y Dios me ha puesto en un camino con destino a un mejor lugar. Ya no me siento sola, creo que al fin me he encontrado conmigo misma. Quizá solo a veces, cuando el sol se está ocultando en el horizonte y el atardecer me da las esperanzas de un nuevo día, pienso unos instantes en ti y te extraño tan sólo un poco con la cabeza y ya no con el corazón. Y confieso que toda esta felicidad me parece dudosa, como un espejismo en el desierto de mis días. El ser humano tiene la maravillosa capacidad de adaptarse incluso a las peores cosas y yo, me acostumbre por mucho tiempo a estar mal, por eso ahora las cosas buenas en mi vida parecen un sueño sobre todo porque siento que no hice nada para merecerlas, llegaron solas así como un día solas se irán. La felicidad, más que una realidad, se siente como una anestesia placentera y me pregunto si al fin me he rendido o si por el contrario al fin he encontrado eso que tanto buscaba donde menos lo esperé. No lo sé, solo creo que esta pausa en el tiempo debe ser felicidad pues sólo ella es capaz de detener lo que no se detiene nunca y me siento bien aunque ya no estés, incluso aunque ya no vuelvas.

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