Expresión Libre

viernes, 26 de junio de 2015

Entre la espada y la pared / Iván Segura Muñoz

 

Las élites políticas de Jalisco durante la intervención y el Segundo Imperio
Capítulo IV

El Imperio llega a Jalisco

A pesar de que la intervención francesa había comenzado en 1862 y el estado de Jalisco había enviado tropas para apoyar al ejército de oriente, poco se hizo para preparar las defensas del territorio adecuadamente, "La defensa del territorio se había descuidado: hacía seis meses que regía los destinos del Estado [El general José María Arteaga], que se esperaba la invasión y nada se había hecho para resistirla." , para finales de 1863 el ejército francés había derrotado a las fuerzas republicanas en Puebla y posteriormente avanzado hasta la Ciudad de México, tras estos logros el Mariscal Bazaine —quién había sido encargado de la campaña en México por orden de Napoleón III— inició el avance hacia el interior del país, llegando a las afueras de la capital jalisciense el 1 de enero, tras tener al enemigo a las puertas, el general Arteaga replegó sus tropas al sur del estado dejando la ciudad sin defensores, al mismo tiempo, un número importante de liberales se retiró de la ciudad con rumbo al norte del país tras saber de la inminente toma de Guadalajara . El día 6 de enero el mariscal Bazaine hizo su entrada formal con el ejército francés a la ciudad y rápidamente organizó la administración de la ciudad y el estado, formando una junta con los habitantes más prominentes de la ciudad en la cual adhirió oficialmente el estado de Jalisco al Imperio.
Tras la toma de la ciudad muchos liberales se habían ido del estado como se mencionó anteriormente, no obstante hubo algunos miembros del partido liberal que contrario a lo dictado por Juárez se quedaron en Guadalajara; los políticos jaliscienses pertenecían a clases media y alta, por tanto, la decisión que debían tomar no era sencilla, pues debían abandonar su tierra, posesiones y familia a manos de las fuerzas invasoras a fin de apoyar y seguir un gobierno que en ese entonces estaba perdiendo territorio rápidamente y no tenía muchas posibilidades de victoria, si seguían a Juárez, no
incumplirían con su deber como miembros del partido liberal y posiblemente obtendrían beneficios por su lealtad hacia la República si esta vencía, pero deberían adentrarse en el norte del país, vivir de forma nómada como hacía Juárez, correr el riesgo de perder todo lo que tenían en su tierra a manos del enemigo y ser arrestados y/o ejecutados por los imperialistas si eran atrapados, e incluso en ese momento, existía la fuerte posibilidad de perderlo todo al apoyar a la República, pues sus oportunidades de victoria eran casi nulas.

Entre los liberales que permanecieron en Jalisco destacan: el Director de rentas del estado, Vicente Ortigosa, y el ex diputado constituyente y gobernador interino de Jalisco, Jesús López Portillo; dichos personajes habían participado anteriormente junto a personajes como Ramón Corona, Ignacio L. Vallarta y José María Vigil, como parte de la comisión directiva en la Junta Patriótica popular organizada en mayo de 1863 por el entonces gobernador Pedro Ogazón, dicha junta estaba encargada de proponer medidas al gobierno a fin de mejorar la defensa del estado frente a la invasión, alentar el patriotismo entre los habitantes, promover la creación de juntas similares en otros cantones del estados, etc. Sin embargo dicha junta debió tener un significado más simbólico que práctico, pues las menciones de la junta son mínimas, al mismo tiempo algunos de sus propósitos fueron incumplidos totalmente, por ejemplo: las defensas del estado fueron nulas tras la entrada del ejército francés a Jalisco, por otro lado, para el adiestramiento de fuerzas que ayudaran al ejército republicano, el Estado creó una Escuela Militar, pero pese a sus esfuerzos por fomentar el patriotismo, la respuesta ciudadana no fue muy firme.

Así pues, Vicente Ortigosa y Jesús López Portillo habían sido miembros de esta junta patriótica y del partido liberal, ellos junto con otros políticos liberales habían demostrado de forma oficial su afiliación a la causa republicana, más con la llegada del Imperio estos personajes no pudieron continuar su lucha política, por tanto tenían dos opciones, retirarse de la vida política y mantener su posición económica y social o adaptarse al nuevo régimen y obtener beneficios aprovechando la necesidad de políticos e intelectuales por parte del Imperio.
Al inicio y con el temor provocado por la propaganda republicana y la entrada de tropas extranjeras a la ciudad, la participación de los jaliscienses fue muy poca, sin embargo con el paso del tiempo,
al descubrir la búsqueda de intelectuales por parte de Maximiliano y su política conciliadora , los otrora miembros del partido liberal comenzaron a ver mayores posibilidades de estabilidad política no sólo en el estado sino en el país. Los Jaliscienses llevaban sufriendo las penurias de batallas, inestabilidad política, préstamos forzosos, etc. desde el estallido de la guerra de reforma y México no tenía un desarrollo político firme desde la Independencia, pasando por diversas sublevaciones, cambios de gobierno, pésima situación de seguridad y en comunicaciones, pérdida de territorio y una invasión extranjera que dejó el miedo latente a una posible conquista del territorio nacional por parte de los Estados Unidos. Ante esta situación, el Imperio se presentó como una nueva opción para el cambio del país, el ejército francés considerado como el mejor ejército del mundo en ese momento, sostenía a un gobierno monárquico cuyo emperador era miembro de la casa de los Habsburgo, y como figura principal de gobierno acabaría con la lucha civil que asolaba el país desde su Independencia, trayendo consigo, la modernización y orden que necesitaba el país. Esta visión se ve reflejada en la carta que Jesús López Portillo, Vicente Ortigosa, Juan José Caserta, Antonio Álvarez del Castillo y Rafael Jiménez Castro le escriben al general del ejército del centro José López Uraga:
La nación está agobiada de tanto padecer, sus fuerzas casi se han agotado después de una lucha semejante. […] Desde que el ejército francés ocupó Puebla, la desgracia se ha declarado en las filas republicanas. Estas se han ido disminuyendo rápidamente hasta el punto de que no queden en pié sino algunos cuerpos de ejército reducidos, y guerrillas, de las cuales algunas no se ocupan sino de atacar los intereses y las personas de los habitantes pacíficos. Bajo la intervención se encuentra la parte mayor y más importante del territorio mexicano. Los pueblos han sucumbido y se les ve inmóviles. […] Si nos contraemos á los pueblos de Jalisco, no vacilamos en afirmar que sus padecimientos han sido muy superiores á los de otros. […] La intervención francesa ha salido garante de que se conservarán las conquistas de la revolución. El nuevo Emperador ha jurado sostener la independencia y ha ofrecido dotar a la nación de instituciones sabiamente liberales. ¡Ojalá y se realicen estas promesas! Contando con ellas, los republicanos que
tenemos el sentimiento de perder el sistema bajo que vivimos por tantos años, al menos nos consolaremos con que se hayan salvado los bienes preciosos de la soberanía nacional y de la reforma.

Con esta carta, los políticos de Jalisco en la búsqueda de la anhelada paz para el país, confirman su adhesión al Imperio, y a través de él buscarán mejorar la situación del país y la manera de gobernar, en los años siguientes Vicente Ortigosa se vuelve miembro del consejo de Estado y de la Dirección General de Caminos y Puentes, Jesús López Portillo se vuelve miembro del consejo de Estado, Prefecto de Guadalajara y posteriormente Comisario Imperial y Juan José Caserta es nombrado Director de Instrucción Pública.

Pese a su colaboración y ascenso en los escalafones del gobierno imperial, los liberales jaliscienses mantuvieron sus ideales aunque eso pudiera costarles su posición social o política, por ejemplo el Comisario Imperial Jesús López Portillo mantuvo un nivel aceptable de libertad en el estado bajo su mandato —Irineo Paz se lo reconoce en su periódico republicano, El Payaso— asimismo muchos prisioneros republicanos obtuvieron el indulto del gobierno gracias a él, lo que a la larga le provocó su salida de la comisaría imperial y su regreso al consejo de Estado. Por otro lado el consejero de Estado, Vicente Ortigosa, siempre buscó mejorar las formas de producción de los habitantes de Jalisco, como ejemplo de ello está su proceso para crear harina de maíz con el fin de ocupar a las mujeres en actividades más productivas, a su vez, veía en la administración —uno de los campos que dominaba— la respuesta para una mejor ejecución del poder gubernamental sobre las distintas localidades del país, eso— aseguraba Ortigosa— influía más que la forma de gobierno . En el ocaso del Imperio, Vicente Ortigosa renuncia a su puesto como Consejero de Estado Imperial en una carta a Maximiliano, en ella menciona lo viciado del gobierno Imperial, en cuyo gobierno no ve reflejados los intereses de las clases productoras, por tanto no ve útil su permanencia en el Consejo de Estado.

Continuará...

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