Expresión Libre

miércoles, 24 de octubre de 2018

Micro-drama termina en mega-tragedia / Jorge Ayala



La orquesta calló, como en picada, siendo eco del inaudito estallido. Ellos se percataron inmediatamente del error, estando justo a ras del escenario, era casi obvio; Eduardo frotaría sus sien derecha con el revólver .357 Magnum, diría, lo que nadie creía que serían sus últimas palabras, halara el gatillo y caería sobre un charco de salsa de tomate, pero sus sesos deshechos por escarcha de pólvora, se tendieron en el suelo, abrigándolo de una muerte escarlata.
La violinista de la tercera fila quebró en llanto, se paró de su asiento y toco el solo más triste del mundo, el público rugió enervado por la conmoción del disparo, o mas bien, la conmoción en el cráneo de Eduardo; las mujeres imitaron a la chica del violín, derramando su confusión en llanto, los mejores productores de la escena exclamaban extasiados por el “realismo”, pero los más observadores callaron, dejando caer la cabeza por el suelo.
El periódico local (amarillista por casualidad) sentenció en el encabezado: Microdrama termina en mega-tragedia. Declarando en la primera fila, primer párrafo, quinta línea: una muerte accidental. Al día siguiente nadie quiso hablar del tema, todos lo consideraban un suicidio programado por una mente muy retorcida, aunque entre el cuerpo sinfónico se rumoreaba que, Rebeca, la violinista que abrió fuego con sus lágrimas y sus notas, además de ser la prometida del difunto, se había acostado varías veces con el encargado de utilería.

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