Expresión Libre

domingo, 7 de septiembre de 2014

Paraíso en Llamas

La Guerra de Paraguay (1864-1870)
Joel Eliasib López Velasco
Parte III
 
La guerra para la cual Don Carlos se había preparado no estalló durante su gobierno, sin embargo sería su hijo y sucesor el que tendría que enfrentar finalmente la embestida de Ares, dios de la guerra.
La muerte del segundo hombre fuerte paraguayo esta vez no dejó un vacío de poder como lo había hecho su antecesor. Don Carlos un hombre sagaz y ambicioso soñaba con consolidar una dinastía que gobernara Paraguay al estilo de las antiguas monarquías, por esta razón nombró a su hijo Francisco como su sucesor. Este movimiento sagaz resulto ser “beneficioso”  tanto para Paraguay como para el presidente López o mejor dicho la familia López. “Beneficioso” para la nación guaraní, debido a que se eludió el terrible peligro de la ingobernabilidad y la anarquía. Al poner en las manos de un hombre fuerte, adiestrado desde joven en las artes de la diplomacia y la guerra, el gobierno de Paraguay se pretendía asegurar la supervivencia de la nación. Por otro lado el colocar a su hijo en el “trono” guaraní y por ende consolidar una dinastía que llevara su nombre, denotaba cierto aire de vanagloria y egoísmo por parte de Don Carlos. El Excelentísimo buscaba que su nombre y el apellido de su familia perduraran como el de los antiguos reyes y emperadores. Sin embargo, el carácter de su sucesor no era lo que Paraguay necesitaba. Don Francisco Solano López era un hombre valiente, hábil en combate y estrategia pero carecía de las virtudes de la paciencia y la diplomacia. Era un hombre impulsivo, con un temperamento volátil, iracundo y sus contemporáneos lo describían como tirano y cruel. Al subir al poder el tercero y último gran dictador paraguayo se puede resaltar un peculiar fenómeno de los tres hombres fuertes. Al estudiar el carácter y genio de los tres se puede apreciar un decrecimiento de estas cualidades de un dictador al otro. Para demostrar este punto analizaremos las aptitudes de cada autócrata. El primer gran dictador, José Gaspar Rodríguez de Francia, demostró ser un hombre severo hasta intransigente sin embargo esto era compensado por su dominio de las artes diplomáticas y la realpolitik. Fue un hombre que amaba a su nación y buscó en todo momento proteger a Paraguay y los más desamparados sin embargo esto no significó que no hiciera uso de cualquier método necesario para doblegar a cualquiera que se consolidara como una amenaza para el bienestar de su nación, por más cruel que fuera esta. Aun así fue un hombre que supo consolidar a Paraguay como una nación soberana y mantuvo a raya tanto a Brasil como a Argentina por medio de la diplomacia. Al pasar al segundo hombre fuerte encontramos una notoria disminución en sus habilidades diplomáticas y por lo tanto una confrontación más agresiva con las potencias brasileñas y argentinas. Don Carlos fue un gran militar sin embargo, carecía de una agudeza política ni táctica diplomática la cual era esencial para poder tratar con dos naciones agresivas que lo único que necesitaban era una provocación para atacar Paraguay. Finalmente Don Francisco Solano, el ultimo gran dictador guaraní, resultó carecer totalmente de la sagacidad del zorro maquiavélico, era un león de eso no hay duda pero en el arena política se necesita la sagacidad para evadir las trampas que tienden los rivales. Tal como lo hizo su padre, Francisco respondió a la agresión argentina y brasileña por medio de la intimidación armada. Esto como lo veremos más adelante traería un inevitable colisión entre Paraguay y sus vecinos.
La Inevitable Guerra
Las ya difíciles relaciones entre Paraguay, Brasil y Argentina para 1864 se había vuelto un triangulo de seria confrontación a punto de explotar. Paraguay comenzó a tomar mayores precauciones ante los acontecimientos que se sucintaban en la región, especialmente las movilizaciones militares brasileñas en la frontera uruguaya y su influencia sobre los asuntos políticos y económicos de esta misma nación, las cuales eran alarmantemente más constantes. Para finales de 1850, el gobierno uruguayo se enfrentaba a una situación crítica ya que más de 20,000 migrantes brasileños junto con sus esclavos se habían asentado en el territorio de Río Grande do Sul perteneciente a Uruguay. Cuando el partido “blanco” asumió el poder de Uruguay se estremeció al ver el increíble poder que los colonos brasileños sostenían en el país. Y no era injustificado el gran temor del gobierno uruguayo ante los inmigrantes brasileños ya que conformaban el diez por ciento de la población total de Uruguay y poseían el treinta por ciento de las tierras, las cuales cabe destacar, eran de las mejores para cultivar. El gobierno “blanco” se dio cuenta de la precaria situación que enfrentaba la nación uruguaya ante el poderío brasileño que ya no solo amenazaba sus fronteras sino que se encontraba dentro de ellas. Los gobernantes uruguayos trataron de contrarrestar la amenaza brasileña al restringir la inmigración de más colonos y esclavos procedentes de Brasil e imponer aduanas e impuestos que le permitieran recuperar el control sobre su nación. Sin embargo, pronto se darían cuenta que el poderío brasileño era demasiado poderoso para detener y a esto se sumó la insurrección de los rebeldes colorados. El mes de septiembre de 1864 el Imperio de Brasil decidió intervenir personalmente en la guerra civil uruguaya a favor de los rebeldes “colorados” en contra del gobierno del partido “blanco”. Argentina secundó a Brasil y dio su apoyo a los colorados uruguayos aunque se abstuvo de enviar tropas. El gobierno de Uruguay pidió el auxilio de Paraguay, el cual se había convertido desde hacía unas décadas en una formidable potencia a la altura del Imperio de Brasil o de la Unión de Provincias de Río de la Plata . Paraguay favoreció al gobierno uruguayo y protestó violentamente ante la movilización militar brasileña que prestaba ayuda a los rebeldes colorados en contra del gobierno uruguayo. Don Francisco Solano les recriminó a Brasil y a Argentina sus movimientos, como imperialistas y perjudiciales al balance de poder de la región. La intervención brasileña en Uruguay se convirtió en una alarma para la Republica de Paraguay ya que amenazaba no solo el delicado balance de poder en el Río de la Plata sino su propia seguridad. Por esta razón, Don Solano López se dio a la tarea de mantener independiente Uruguay, pues su independencia era imperativa para el futuro de Paraguay como nación soberana. La absorción de Uruguay a la esfera de influencia brasileña sería desastrosa para los guaraníes pues perderían los únicos puertos amigos que le permitían un comercio con Europa, además fortalecería la ya poderosa posición del Imperio Brasileño. Si Paraguay había de sobrevivir, debía intervenir militarmente a favor de Uruguay.  Haciendo un uso final de la diplomacia, el gobierno paraguayo le envió un ultimátum al Imperio de Brasil, a través del cual dejaba claro que una invasión a Uruguay sería considerada por Paraguay como una deliberada declaración de guerra. El orgulloso gobierno imperial seguro de su posición como potencia regional y con claro menosprecio a la nación paraguaya hizo caso omiso al ultimátum, haciendo sus movimientos militares más descarados en señal de desafío. Don Francisco Solano entendió el mensaje brasileño y preparo a su ejército para el inevitable desenlace. Finalmente el 16 de octubre de 1864 el Imperio de Brasil encendió la mecha que haría estallar a toda la región en llamas, invadió Uruguay.
                                                                                                                                           Continuará...

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