Expresión Libre

domingo, 9 de noviembre de 2014

Paraíso en Llamas


La Guerra de Paraguay (1864-1870)
Joel Eliasib López Velasco

Don Francisco Solano continuó su campaña en contra de Brasil, confidente de que Argentina no intervendría a favor de Brasil ya que en años anteriores ambas naciones se habían enfrentado violentamente buscando imponer su hegemonía sobre la región dejándolos aparentemente enemistados. De esta manera se concentró en acabar con Brasil, sabiendo que su frontera sur estaba segura. La segunda columna paraguaya enviada a Mato Grosso consistía de cuatro mil hombres y había aplastado toda la resistencia brasileña, su máxima victoria fue la toma de la ciudad Coaxim el mes de abril de 1865. Las aplastantes conquistas logradas por Paraguay durante esta primera etapa de la guerra habían dejado claro un punto: Brasil no estaba preparado para la guerra1. El desenlace de la guerra lucía prometedora para Don Francisco Solano y sus fuerzas paraguayas, si el curso de los sucesos continuaba así era muy probable que Paraguay librara Uruguay y consolidara su poder sobre la región. Sin embargo, el hombre fuerte guaraní, habría de cometer un error de cálculo y estrategia. Una grave equivocación que sacaría a Argentina de su neutralidad y provocaría que esta se aliara con Brasil en contra de la “amenaza paraguaya”.
Un Craso Error de Estrategia
Tras un año de indiscutibles victorias sobre el gigante brasileño, el cual demostró no estar preparado para un combate abierto de poder a poder con una nación que había consolidado su ejército especialmente para dicho enfrentamiento,
1 Ricardo Salles, Guerra de Paraguay: Memorias e Imágenes, Biblioteca Nacional, Rio de Janeiro, 2003

Don Francisco Solano estaba seguro de que el estandarte paraguayo pronto ondearía sobre Montevideo, liberando así a su aliado de las garras imperialistas de Brasil. Deseoso por obtener la victoria total sobre Brasil y de prestar el tan urgentemente necesitado apoyo a sus aliados uruguayos “blancos”, dirigió todos sus esfuerzos a la incursión de Uruguay. Sin embargo, existía un importante obstáculo que no podía ser ignorado, para llegar a Uruguay, las fuerzas paraguayas debían atravesar territorio argentino. El gobierno guaraní interpretando que la agresión brasileña sobre Uruguay sería visto por los argentinos como un atentado contra sus propios intereses, se uniría a la causa paraguaya de defensa contra la amenaza carioca o por lo menos lo apoyaría. Por esta razón, confidente del favor argentino, solicito permiso para atravesar su territorio para prestar batalla a Brasil en territorio uruguayo el mes de marzo de 1865. Sin embargo, la respuesta del gobierno argentino ante la solicitud de libre paso dejó al hombre fuerte guaraní perplejo, Argentina no permitiría que Paraguay atravesara su territorio. Don Francisco Solano no podía creer que el gobierno argentino se negara a apoyar una causa que claramente buscaba frenar la terrible amenaza del imperialismo brasileño. ¿Acaso el gobierno argentino no haría frente a las fuerzas imperiales que desafiaban su poder sobre su antiguo territorio? El presidente paraguayo no podía creerlo sin embargo, el siguiente movimiento argentino acabo por enfurecerlo. El 18 de marzo, el presidente argentino permitió que las fuerzas brasileñas atravesaran su territorio. Don Francisco creyendo firmemente que su causa era justa, tomo una osada decisión, declarar la guerra a Argentina. Para él, no había duda alguna que los enemigos de su nación habían conformado una alianza para someter tanto a Uruguay como a Paraguay a su dominio. No tenía otra opción más que tomar la ofensiva y enfrentar a las potencias que desde el momento de la independencia paraguaya, habían demostrado su interés por oponérsele. Impulsado por un férreo

sentido de victoria, ilusorio o no, obtenido por sus recientes conquistas sobre el coloso imperial, Don Francisco Solano opto por invadir Argentina. A su orden, el mes de abril de 1865 las fuerzas paraguayas invadieron la provincia argentina de Corrientes. El 13 de abril las fuerzas guaraníes se apostaron frente ante las incrédulas y perplejas tropas argentinas. Una vez más, los paraguayos tomaron a sus enemigos mal preparados e incapaces de hacerles frente. Las huestes paraguayas constaban de cinco barcos de vapor y dos mil quinientos efectivos mientras los argentinos apenas llegaban a los cien hombres y dos vapores: el 25 de Mayo y el Gualeguay. Para colmo de males, el 25 de Mayo contaba con solo una batería y el Gauleguay ni siquiera estaba dotada con armas de defensa y además se encontraba en tierra, totalmente inútil. El desenlace de la colisión era totalmente predecible, con las fuerzas argentinas puestas en polvareda, los paraguayos tomaron los vapores 25 de Mayo y Gauleguay. Las victoriosas e invictas huestes guaraníes iniciaron su marcha hacia la ciudad argentina de Corrientes. Cual no fue la sorpresa de los habitantes de Corrientes al verse atacados no solo por cinco vapores paraguayos sino por sus dos embarcaciones ahora en poder guaraní. La ciudad no estaba preparada para contener las fuerzas mejor equipadas y más numerosas de sus sitiadores y tuvo que capitular. Por el momento la bandera paraguaya ondeaba orgullosa y victoriosa sobre territorio argentino y brasileño. El factor sorpresa y la mejor preparación de sus tropas le habían otorgado a Don Francisco Solano el dominio sobre las fuerzas brasileñas y argentinas. Sin embargo, tras recibir la primera embestida, el Imperio de Brasil y la Unión de Provincias de Rio de la Plata se preparaban para la contraofensiva. Ahora las huestes paraguayas debían demostrar si eran capaces de resistir el contragolpe de las dos potencias.
El panorama para Paraguay era incierto, tras sus invasiones sobre territorio argentino y brasileño. Su primer golpe a ambas naciones

había sido contundente más no definitivo, las victorias habían sido sobre dos potencias tomadas por sorpresa. Don Francisco había colocado en una situación muy peligrosa a su nación, pues sus acciones habían puesto en su contra no a una nación poderosa sino a dos. Si había de mantener la hegemonía sobre la situación tenía que movilizarse de inmediato. Necesitaba urgentemente debilitar el poder de alguno de sus rivales para neutralizarlo mientras se enfocaba en luchar contra la otra potencia. El hombre fuerte sabía que tenía una oportunidad para neutralizar la ofensiva argentina, solo una y de esta dependía el futuro de la victoria paraguaya. Don Francisco siendo un hombre fuerte el mismo, entendía bien que un hombre poderoso siempre tiene enemigos que lo envidian y buscan la manera de arrebatarle ese poder. El hombre fuerte argentino no era la excepción y el presidente guaraní iba a hacer uso de esta situación para neutralizar o al menos debilitar lo suficiente el poder central de Argentina y por ende acabar con la amenaza de un fuerte contragolpe. Don Francisco conocía bien la disputa entre el presidente Bartolomé Mitre y el poderoso caudillo Justo José de Urquiza y buscó persuadir a todo costa el apoyo de este último a la causa guaraní. Sin embargo, para desgracia del autócrata paraguayo Urquiza se mostró indiferente y no se movilizó en contra de Mitre. La situación se hacía apremiante para Don Francisco pues tanto Argentina o Brasil podían iniciar el contra golpe en cualquier momento o lo que era peor atacar al mismo tiempo. Finalmente, el mes de mayo los peores temores de Paraguay se hicieron realidad; Brasil, Argentina y el gobierno colorado de Uruguay firmaron un pacto de alianza para enfrentar a la amenaza paraguaya surgiendo así la Triple Alianza. Para horror de los guaraníes ahora no solo debían enfrentar una formidable potencia sino el poder combinado de tres países, los cuales golpearían a Paraguay al mismo tiempo.
Continuará...

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