Expresión Libre

martes, 3 de febrero de 2015

Un país mejor, un mundo mejor / Gilberto Gama Beltran

 

Ciudad de México. En el estado de Chiapas en

el que vivíamos un grupo de niños huérfanos,

abandonados en la calle sin saber quiénes

eran nuestros padres, sin vivienda que nos

resguardara del frio, bien que puedo decir

cada día era un reto para nosotros, no era de

los lugares que te regalaban dulces por ser un

niño nosotros teníamos que robar comida

para sobrevivir. Éramos los más degradados

del pueblo, era una tortura vivir ahí y

odiábamos cada segundo en él.


Día tras día, noche tras noche las calles eran

crueles para un grupo de niños sin hogar,

pero a pesar de eso siempre estábamos juntos

porque éramos una familia, eso teníamos que

ser, así crecimos, así sobrevivimos, pero

sabíamos que esa no era vida. Aun seguíamos

siendo personas patéticas con vidas patéticas

en un lugar terrible, todos los adultos eran

asesinos o narcotraficantes y todos los niños o

eran delincuentes o drogadictos y para salir

de esa vida bueno solo había una manera…

que era la muerte.


Un día mientras miraba el punto más alto del

pueblo, estaba preparando mis cosas para

irme, porque al final ese pueblo fue

demasiado para una familia temporal de

niños.


Había pasado 10 años desde que todos mis

amigos murieron solo quedábamos yo y mi

mejor amiga. Ella me decía que se había

hartado de vivir esa vida. Que quería cambiar

el futuro, quería un mundo para bien lleno de

buenas personas, ella no quería más

sufrimiento.

Estuve de acuerdo en ello, después de eso esa

fue la última ves que vimos ese pueblo.



Después de tomar esa decisión de salir de ese

pueblo entramos a estudiar política en la

ciudad de México, de inmediato nos dimos

cuenta de que éramos diferente a los niños

ricos consentidos por su padres, pero no

perdimos la esperanza, seguimos estudiando

más y más queríamos que se tragaran sus

palabras y que vieran lo que podían lograr un

par de pobres humildes.

Después de unos años nos graduamos y

fuimos diputados en la cámara de senadores,

pero después de ver cómo se manejaba las

injusticias ahí adentro decidimos salirnos de

ahí, queríamos hacer la diferencian de toda

esa corrupción, queríamos cambiar las cosas,

entonces con nuestros ahorros de trabajar

construimos un orfanato para los niños de

México y más tarde empezamos a construir

uno en cada rincón de la república, dándoles a

los niños huérfanos: comida, educación y

principios morales, para que vieran que no

sólo son el futuro de nuestro país, sino de

todo el mundo y que lo pueden cambiar

dependiendo de sus acciones, porque los

únicos que podemos cambiar al país y al

mundo, somos todos nosotros y se empieza

primero con uno mismo…


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