Expresión Libre

sábado, 11 de abril de 2015

Hongos azules / Jesús Alfonso Silva Iñiguez


Tengo ya rato tomando como campeón. Ya no sé ni cuentos tragos llevo, muchas cervezas, tequila preparado en latas de colores y ya casi es la hora de ir al concierto. Estamos en un cerro rodeado de casas, en un mirador, para ser preciso. Y no tardamos mucho en tener visitas. Unos adolescentes de más de trece años, se acercaron a nosotros, con la idea de cotorrea y pues la plática fue como del tío buena honda al sobrino consentido.
- Hola, ¿Qué hacen?
- No mucho aquí echando unos pistos, ¿Y ustedes?
- Pues nada, estamos en una fiesta, pero parece que aquí están más divertidos.
- Algo hay de eso.
-¿Qué toman?
-Tequila preparado.
-Hágala, ¿Y ustedes toman mucho?
-Sí, casi diario respondió el Trampas.
- ¡Qué chido! Pistean machín.
-Simón – les dije –.
-Pero no es fácil hay que ayudarle lleva años – complementó el Orson –.
Los morrillos muy entusiasmados y mirándonos con cara de gato con botas de la película del ogro, dijeron uno tras otro como cascada.
-Cuando seamos grandes queremos ser como ustedes.
Nosotros solo reímos y tratamos de persuadirlos de que no lo hicieran. Yo seguí bebiendo sin control, distante de esa conversación y empecé a dar síntomas irrefutables de borracho, la cara arrugada como tratando de espantar una mosca molesta sin las manos y balanceándome cómo bebé que aprende a caminar. Al poco rato decidimos ir al concierto al que se debía el precopeo, pues la cerveza es cara en esos eventos. Por fin nos despedimos de los chamacos y empezamos la partida. Nos subimos al carro y empezamos a bajar y las curvas que seguimos, para descender empezó a hacer estragos en mi estómago y no pude soportar las pocas vueltas que faltaban para llegar así que pese a las advertencias del Orson de que se parará o que detuviera el Dragster – qué en realidad era un datsun modelo 84–, pero no pude aguantar y vomité, me puse tan mal, que tuvieron que ir a la casa de una amiga del Orson que estudiaba medicina y al verme en calidad de bulto se asustó y que si quería que llamara una ambulancia, pero los borrachos expertos, a ojo de buen cubero, calcularon que no era necesario; me llevaron a mi casa en esa condición y por su puesto en mi casa no se pusieron contentos al verme así, para empezar fueron vetados de mi casa y ya no podíamos armar pedas ahí, pero logré levantarme de esta borrachera, algo especial vino unos días después. El dragster que sufrió los estragos de mi borrachera quedó con residuos de vómito y que el Orson tuvo a bien enseñarme, pues pasó algo raro con los restos de la borrachera y fue que en la alfombra surgieron hongos azules, yo hasta el momento no me explicó como ocurrió eso, pero la realidad es que solo me hizo reír un rato y pensar que hay algo mágico dentro de mí.

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