Expresión Libre

sábado, 11 de abril de 2015

La carretera / Huitzi Catalán


Porque la carretera es nuestra

propietarios de los caminos y la carcajada

de la sangre que baja por la nariz

y que se hace transparente

como un cenit de cocaína

 

Estamos para decidir cuando la franja blanca es blanca y cuando el negro es

ausencia de color en estas líneas

           

            blanconegroblanconegroblanconegroblanconegroblanconegroblanconegro

de la

        de toda

                  de nuestra

                             Carretera dispuesta

 

Para cruzar nuestras suburbans

 

penetrar los campo y ensuciar

con semen las cosechas

y aplastar a nuestras huilas

encima de las flores rosas

de esta temporada

 

Tirar la linfa de las vírgenes y su raza

y el primer olor de su sexo entre nuestros dientes degollinos

 

  verter sus lágrimas en la carretera

para crear una lluvia muy privada

 

                         en el microuniverso asfáltico

            blanconegroblanconegroblanconegroblanconegroblanconegroblanconegro

 

Nuestro sexo es un pez oscuro o un dentado lagarto. Es la gracia necrófila; nos carcajeamos

embistiendo a las más jóvenes en el carril de en medio de esta autopista; a quienes les

pedimos guardar en el culo nuestra rodilla y su impacto. Y no agradecen. Les pedimos que

me amamanten para morderles los pezones, arrancarlos y dejarlas sangrando en medio del

tercer carril de esa autopista

                                                        en el continum

 
blanconegroblanrojonegroblanconegrescarlatablanconegroblancOrubinegroblanconegro       

   l a s a n g r e l a s a n g r e l a s a n g r e t o d o s l  o s p o s i b l e s c o l  o r e s d e

                    l a s a n g r e p r o f u n d a l a s a n g r e l a s a n g r e

carajo

   que rico

carajo

    los desgarres

esta puta sabe sangrienta

sabe a plasma

a placenta

              

               Y luego

 

regresar a los ídolos perdurables

 de la red 4g del teléfono rojo

de la complacencia displicente

 

             Regresar

 

a la impunidad de la autopista vacía,

a la escolta de cinco motos para cruzar la ciudad

el camino ese soplido

los pies encima del escritorio de caoba

del escroto de quien sea

poder aplastar a los hijos

            a todos los soles y breas

                         a todo lo que cruja y supure.

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