Expresión Libre

miércoles, 24 de febrero de 2016

Una niña en mi sangre / Alba Magariño Saynes

 
 
 
 
 

También en mí hay algo tuyo a lo que deberían llevarle flores

José Carlos Becerra

I

Llevo en la sangre una niña.

Alguna vez vistió mi piel
y me llevó de la mano

a jugar en el ombligo de la Tierra.

Alguna vez, mas no ahora.

Un día

asumió la soledad

II

¿Cuándo

volveremos a cantar

una de esas rondas

de piecitos incasables?

Salida la cabeza del vientre,

el tiempo abre sus fauces
y comienza a devorar

poco a poco

todo el canto.

¿Cuándo volveremos siquiera
a cantar un verso?


III

Desde el fondo de mis venas

la niña que llevo en la sangre

abre sus ojos
y observa:

El féretro de mi madre

comienza su descenso.

Se traga la tierra el féretro de mi madre
y ella puede ver

cómo su cuerpo se desploma ahí dentro,

cómo truenan sus roídos huesos,
cómo se deforma su incólume figura

como las bolsas de mandado al tocar el suelo.

IV

Algún día se cubrirán de flores

todas las casas abandonadas.

Algún lejano día

(siempre queda lejos cualquier día).

Les saldrán
flores

a todos.

A las casas, las bodegas,
las hojas, los zapatos:

los cuerpos abandonados
les saldrán muchas flores

¿Algún día?

V

Mi madre cruzó la Vía Láctea.
Ahora le toca ser la estrella


que apuntaba con su etéreo dedo índice

ante los ojos de la niña que vestía mi piel.

Mi madre cruzó la Vía Láctea
y se llevó consigo las alas de ángel

que la niña tejía

para acompañarla

VI

Préstame el rumor de tu aleteo,

pidió la niña,

préstame aunque sea

el rumor de cualquier aleteo

...

Pero Dios estaba ocupado

VII

Tengo una niña en la sangre,

sin cobijas ni ropa,

a b a n d o n a d a

Tengo una niña en la sangre

que canta, que gime

una niña en la sangre

que escribe poemas bañados de sol

a los oídos ausentes.

Una vez más

tengo una niña acunada en mi sangre
y es posible que yo muera

de tanta vida

agolpada en las venas


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