Expresión Libre

lunes, 7 de abril de 2014

Un día en la escuela

 
Jesús Alfonso Silva Iñiguez

Un día en la escuela como cualquier otro decidimos ir a un bar para no dejar pasar el fin de semestre; no teníamos ninguna cosa por hacer con el fin del curso y el evidente desempleo que impera en los estudiantes de escuela pública. Pensamos rápidamente en los bares de la cercanía a la escuela pero decidimos ir un poco más lejos, una especie de despedida anticipada de la carrera. Llegamos al palacio lácteo donde conversamos de lo que esperábamos en un futuro cercano, la verdad es que los planes parecían buenos pero años después nos dimos cuenta de que las cosas pasarían de otra forma. Éramos un grupo pequeño de siete u ocho alumnos. Nos mirábamos y veíamos en los otros lo que queríamos ver. La verdad es que no éramos ni de lejos los mejores estudiantes universitarios y eso se debía en parte a que la escuela tenía un nivel muy bajo se encontraba entre las últimas a nivel nacional. Como era de esperarse el lugar de la reunión era una de esas casonas viejas del centro con una historia interesante. Todo remitía a otros tiempos. Pero eso era lo bueno del lugar porque de alguna forma nos sentíamos como personas fuera de época con nuestras vidas dedicadas a algo tan arcaico como la literatura. Ese día no sé porque razón decidí ir de traje a la escuela lo único que no usé fue la corbata por no contar con una. La velada pasó rápido sin sentirlo platicamos nos tomamos fotos todo lo que ameritaba la ocasión. Recuerdo que el novio de una de las compañeras llegó poco después de nosotros tras una llamada de mi amiga, él era un actor de teatro alternativo un buen tipo, siempre parecía estar analizando todo y esa no fue la excepción, notaba desde mucho antes que los demás que yo estaba interesado en una de las compañeras y que me ofrecería a pagar por lo que consumiera y así fue. Terminada la comida él se acercó muy discretamente a mí y me dijo:

- Toma tengo una ficha para el tren de sobra.
- Gracias – le dije y la guarde-.
- La vas a necesitar –dijo-
Yo noté que se daba cuenta de lo que ocurría que yo por quedar bien pagué la cuenta de mi amiga y que no me quedaba mucho dinero en la bolsa. Nos despedimos todos y caminamos hasta el tren yo me fui con la amiga en cuestión en el tren. Esa misma noche me le declaré. Como era de esperarse me dijo que no y me rogó que no la siguiera molestando con eso. Todo pasó en unas pocas horas pero no dejé nada a la suerte, parece que esa es mi forma de actuar, tomo decisiones impulsivas pero en este caso ameritaba la declaración pues la pospuse por muchos años. El resto de la carrera fue muy incómodo pues siempre me tocaba con la dichosa compañera en las clases por más que trataba de tomar las que ella no tomaría, creo que esa es una muestra clara de que no conocía lo suficiente a la chica y que la idea de andar con ella era sólo eso, una idea de las muchas que tuve durante mi época de estudiante.


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