Expresión Libre

viernes, 5 de diciembre de 2014

Formando a un espartano:


la educación militar en la antigua Esparta
durante los siglos VIII-VI a.C.
Parte I
Iván Segura Muñoz

Desde el inicio de su existencia, la humanidad ha llevado a cabo un proceso de desarrollo general, el cual, se vuelve cada vez más complejo conforme pasa el tiempo; dicho proceso ha dado como resultado la sociedad actual en que vivimos, pero para poder llegar a este punto, las numerosas generaciones que nos antecedieron aportaron su granito de arena de una u otra forma, dejando así un legado hacia la posteridad. Una de las finalidades de la historia, es estudiar al hombre por medio de ese legado que ha dejado detrás, para comprender mejor su naturaleza y mentalidad, sin embargo no es una tarea pequeña, ya que existen numerosas formas por medio de las cuales estudiarse la humanidad, la historia militar es una de ellas.

La guerra ha sido una de las actividades que los hombres han practicado por milenios; básicamente es la resolución armada de un conflicto diplomático entre dos o más bandos. La gran duración de esta actividad en la historia del hombre se debe en parte, a la gran utilidad que los estados han encontrado en la guerra, tanto para la supervivencia como para el fortalecimiento de un gobierno; asimismo en el imaginario del hombre, la guerra ha sido asociada a muchos ideales como el honor, la gloría, el patriotismo, el valor, etc. En los últimos siglos los estados han tenido que justificar las guerras debido al gran peso de la opinión pública; Sin embargo, mediante la propaganda y la explotación de valores nacionalistas, han convencido a la población no solo de apoyar las guerras sino de participar en ellas. Desde la segunda mitad del siglo XX, los conflictos bélicos se han reducido –aparentemente– debido a la gran destrucción que la tecnología militar es capaz de hacer, sin embargo la guerra es una actividad que la humanidad probablemente nunca deje de llevar a cabo.
Ahora que es posible entender la importancia de la guerra para el hombre, podemos observar cómo esta actividad ha modificado no sólo a los gobiernos, sino a sociedades enteras, e incluso, en algunos casos, la guerra ha sido la guía de sociedades y estados, un claro ejemplo de esto es el pueblo espartano.
Esparta fue una de las ciudades-estado más importantes de la antigua Grecia, rivalizando en poder e influencia con Atenas, pero a diferencia de esta, Esparta no llegó a ser importante en el mundo heleno por su comercio, arte y filosofía, sino por la influencia que obtuvo a través de campañas militares exitosas (Grimberg y Svanstrom, 1979, pp. 92-93) y el prestigio de su ejército. Esparta fue la principal potencia militar del pueblo griego hasta antes del auge de Macedonia; sus soldados no tenían parangón, pues, a diferencia de los demás ejércitos griegos, los soldados espartanos no tenían otro oficio, por lo tanto se dedicaban exclusivamente a prepararse para la guerra, lo cual se veía reflejado en sus grandes aptitudes en el combate, así como en su fuerte disciplina, esto les ayudó no sólo a ganar batallas sino a provocar miedo en el enemigo. Es fácil comprender el éxito militar de los espartanos gracias a su filosofía, basada en la constante preparación para la guerra, la búsqueda del valor, honor y el perfeccionamiento físico –pero sobre todo– en dar mayor renombre a Esparta y defenderla sobre todas las cosas. La vida de un espartano estaba regida por una estricta disciplina y una carencia de lujos para endurecer el espíritu y reducir al mínimo las debilidades de sus ciudadanos; Entre los griegos los espartanos eran quiénes destacaban por su rudeza en la vida diaria y su falta de expresión sentimental (p. 95).
Ahora bien, una posible explicación para comprender el desarrollo de una forma de vida tan estricta, radica en el desequilibrio existente en la sociedad espartana, que estaba compuesta principalmente por tres grandes grupos: los espartiatas, periecos e hilotas.

Los espartiatas eran los habitantes de la ciudad de Esparta, la élite social, y poseían grandes porciones de tierra que no trabajaban, pero si recogían sus frutos por medio de otros grupos. Las obligaciones de los espartiatas consistían en la participación política y el constante entrenamiento para la protección del estado en los varones y la procreación de niños saludables en las mujeres (Casillas, 1997, pp. 46-48). Por otro lado, los periecos eran la “clase media” de la sociedad espartana, los pueblos lacedemonios conquistados por Esparta pero que se les consideraban iguales, por lo que gozaban de una condición aceptable; estas personas solían llevar a cabo actividades como el comercio, la artesanía, etc. Finalmente se encontraban los hilotas, quienes representaban a la mayor parte de la población bajo el gobierno espartano, esta clase social era la más baja en la jerarquía, se desconocen sus orígenes exactos pero se cree, que fueron parte de la ciudad de Helos y tras su conquista fueron reducidos a la servidumbre (pp. 60-61). Los hilotas eran propiedad del estado espartano, por ende estaban obligados a cultivar las tierras de los espartiatas y pagarles su cuota anual de las cosechas. Su supervivencia y la de su familia se basaban en los excedentes que se generaban de las cosechas. Se sabe que las relaciones entre los hilotas y los espartiatas eran tensas, lo que supuso una constante amenaza para el statu quo (Gómez, 2001, pp. 124-125; Casillas, 1997, pp. 59-62), es por esta razón que los espartiatas implementaron una forma de vida estricta, donde siempre se estaba a la defensiva para demostrar su fuerza a las clases inferiores y en el caso de una rebelión, poder sofocarla fácilmente, pero su debilidad se manifestaba en tiempos de guerra, pues se debía dividir el ejército para llevarlo a pelear y al mismo tiempo mantener el orden en Esparta.
                                                            Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario