Expresión Libre

sábado, 5 de noviembre de 2022

Lucas Alamán. Un aristócrata novohispano frente al movimiento insurgente / Joel Eliasib López Velasco

 Lucas Alamán: Un aristócrata novohispano frente al movimiento insurgente Joel Eliasib López Velasco En la próspera y “muy noble y leal ciudad de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato nació un 18 de octubre de 1792 Lucas Alamán Escalada. Sus padres, don Juan Vicente Alaman y doña María Ignacia Escalada pertenecían a la clase más distinguida de la ciudad, sin embargo, era la madre de Lucas quien provenía de un linaje aristocrático y de renombre, siendo esto el gran orgullo del pensador y estadista mexicano por el resto de su vida. Lucas Alamán no solo pertenecía a una distinguida familia, su ciudad natal era sin duda alguna, una de las más prósperas y ricas de todo el imperio español. Inmerso en este entorno de bonanza y alcurnia, el joven Alamán comenzaría a forjar su visión del mundo y posteriormente de su proyecto para un México independiente. Con respecto a su educación, ningún novohispano podía aspirar a algo mejor. Formado bajo los cánones de su jerarquía social su instrucción comprendió todos los aspectos que componían a un caballero criollo (Young, 2021). La fortuna del joven aristócrata parecía inmejorable, al igual que su patría, el Virreinato de la Nueva España, su futuro suponía fortuna y prosperidad. Sin embargo, una ominosa tormenta se agolpaba en el horizonte que cambiaría el destino de ambos. La madrugada del 15 de septiembre de 1810, un cura del pueblo de Dolores, Guanajuato, desencadenó una serie de eventos que desgarraría el mundo de Alamán. Con el estandarte de la Virgen de Guadalupe y el clamor por justicia ante un “mal gobierno” lideró a una enardecida muchedumbre que exigía retribución. Este párroco, llamado Miguel Hidalgo y Costilla e inmortalizado en las páginas de la historia mexicana junto con los militares Ignacio Allende y Juan Aldama lideraron a esa turba hambrienta de libertad que se fortalecía en número con cada pueblo y villa que pasaban. Si el movimiento había de consolidarse, era urgente conseguir recursos y los dirigentes ya habían identificado las arcas que servirían a su causa, la próspera ciudad de Guanajuato. Los eventos que ocurrirían entre el 26 y e l 28 de septiembre de 1810 en la más rica urbe del virreinato marcarían el rumbo del primer movimiento independentista y su desenlace así como la postura de Alamán frente a ella. La historia oficial ha adornado la toma de Guanajuato por las fuerzas de Hidalgo y Allende con loores de victoria y gloria a través de la épica de “El Pípila'' y la toma de la Alhóndiga de Granaditas. Sin embargo, los ojos de un joven criollo de dieciséis años atestiguaron eventos muy diferentes que distaron de ser gloriosos y heroicos. Alamán sufrió la toma de su ciudad y el saqueó y destrucción de su hogar y la muerte de sus mentores, amigos y seres amados. La joya del virreinato padeció una tormenta de fuego, ira y sangre. Alamán jamás olvidó ni perdonó a los insurgentes por lo ocurrido en Guanajuato y culpó a Hidalgo como el único responsable de las atrocidades y violaciones cometidas (Young, 2021). Para él, la Insurgencia representaría el caos, la destrucción y el horror, sería el final del próspero, digno y ordenado mundo aristocrático criollo. Lucas Alamán fue un hombre de su tiempo, un aristócrata formado por los viejos códigos de la nobleza española. Su identidad estaba entrelazada con la del virreinato novohispano, era un criollo, un americano, un patriota. Su amor por su tierra y su legado quedó plasmado en sus escritos. Pues mientras él era partidario de la justicia y la libertad se opuso a la violencia y la anarquía. Para Alamán, Hidalgo y su movimiento solo trajo a Nueva España dolor y violencia, por eso se opuso y lo denunció con tanto fervor. La tragedia de Lucas Alamán fue que su mundo y su identidad pertenecían a una época que había llegado a su fin. Este sucumbió en medio de la tormenta de llamas y sangre que arrasó, su amada y bella ciudad de Guanajuato.

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