Expresión Libre

sábado, 5 de noviembre de 2022

Micro-drama / Jorge Ayala


La orquesta calló, como en picada, siendo eco del inaudito

estallido. Ellos se percataron inmediatamente del error, estando

justo a ras del escenario, era casi obvio; Eduardo frotaría sus

sien derecha con el revólver .357 Magnum, diría, lo

que nadie creía que serían sus últimas palabras, halara el gatillo

y caería sobre un charco de salsa de tomate. Pero sus sesos

deshechos por escarcha de pólvora, se tendieron en el suelo,

abrigándolo de una muerte escarlata.

La violinista de la tercera fila quebró en llanto, se paró de su

asiento y toco el solo más triste del mundo, el público rugió

enervado por la conmoción del disparo, o mas bien, la conmoción

en el cráneo de Eduardo; las mujeres imitaron

a la chica del violín, derramando su confusión en llanto, los

mejores productores de la escena exclamaban extasiados por el

“realismo”, pero los más observadores callaron, dejando caer la

cabeza por el suelo.

El periódico local (amarillista por casualidad) sentenció en el

encabezado: Microdrama termina en mega-tragedia. Declarando

en la primera fila, primer párrafo,

quinta línea: una muerte accidental. Al día siguiente nadie quiso

hablar del tema, todos lo consideraban un suicidio programado

por una mente muy retorcida, aunque entre el cuerpo sinfónico

se rumoreaba que, Rebeca, la violinista que

abrió fuego con sus lágrimas y sus notas, además de ser la

prometida del difunto, se había acostado varías veces con el

encargado de utilería.

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