Expresión Libre

martes, 10 de septiembre de 2013

Armisticio


Gene Jezabel

Siempre me cayeron mal los “tapos” en los juegos de correr y atrapar al otro. Quizás se debía a que me parece muy frustrante parar una actividad que te exige ánimo, agitación y adrenalina para hacerla bien y disfrutarla. Cortar de golpe la inspiración y el trote mientras “la traes”, además de darle tiempo al cuerpo para sentir el cansancio que antes ni notabas, da la sensación de que el juego es eso nada más: un juego.

 

Comprometerse con la actividad es no dejar que algo sea más poderoso que conseguir el resultado. La cosa no se debe parar antes de haber encantado a todos, antes de haber atrapado a los ladrones o antes de haber dejado a tus contrincantes con suficientes taches para volverte el mejor contador de pasos largos y cortos. Por eso, cada vez que algún cobarde paraba el juego para ir a hacer pis o abrocharse la agujeta, todo tomaba otro ritmo y la pausa bajaba definitivamente el volumen de las risas de antes. “Tapo” es restar importancia, es creerte más fuerte que la situación y no tomar en serio tu rol de salvador de ti y de todos tus amigos.

 

Entonces si se vale llenar de paréntesis el juego, también se debería valer pararlo para siempre, tener la oportunidad de cambiar las reglas o emigrar de bando; incluso hacer válida la existencia de un solo equipo, donde todos tuvieran encima la roña. Es algo así como olvidar el motivo por el que has dejado de hablar con alguien, como ya no saber ni por qué haces algo, simplemente seguir con lo mismo. Se pierde la credibilidad y el “Lobo, Lobito” se convierte en “niña, niñita”.

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