Expresión Libre

lunes, 4 de agosto de 2014

Paola Llamas Dinero



 
 

Mi espíritu es fuego constante, manantial de fuego anónimo silencio, mi boca es cueva de murciélagos 

y tumba ausente plagada de vivos rumores, 

es lija en las palabras.

 

Calle mojada, hay un tormetón afuera,

en la sombra de mi rostro hay una navaja afilada,

soy una buena mujer,

la loca del 11, la música alta,

la de las jaulas y los pájaros.

Me cobijo en los brazos del ruido en mi ventana, 

me cobijo de tela polar en verano,

tengo la tripa vaciada, el petróleo negro en el estómago

y las manos rotas,

quién va a acariciarte, quién, si estoy herida.

No somos punks con miedo,

hipster come mierda, 

escribo, escribo sin rumbo y nadie me busca,

me pierdo y mi boca es una lija en las palabras.

Los espejos también son quebradizos y -crac-, 

los ojos se me han roto,

el quetzal ciego canta a mi espalda la noche.

"Ay de mí llorora, que me muero de frío".

Mi espíritu es rojo silencio,

es rojo mi espíritu fuego,

como un tamal de mole rojo, es rojo,

como chile de árbol mi cuerpo,

las manos de mi abuela fueron manos de bruja,

manos de llano seco, desértico consuelo,

y me besa a veces en la noches cuando ya no hay nada,

ni ruido, ni espacio, ni nada,

Ni sustancia, ni recuerdo. Nada y el fuego.

En la calle un tormentón 
y aquí zancudos,

es de noche y hay zancudos
¿dónde viven los zancudos cuando es de día?

Mi espíritu es un raidolito en espiral,

incendio infinito,

caída constante.

 

El viento hace frío,

y cuatro ronchas en mi pierna, 

dos en mis manos y una en la planta de pie.

Aún es de noche y mi espíritu es un raidolito y el fuego.

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