Expresión Libre

lunes, 4 de agosto de 2014

Ya puedo ver sangre en mis botas.


Belén Castro Medina


Ahí viene ella de nuevo, con la mirada curiosa que arroja sobre mí todos los días. Esos ojos que no puedo dejar de odiar, se meten en mis sueños como si eso fuera una gracia. Me he advertido que tengo que despertar en estos casos, pero al parecer mi cabeza no entiende. Ya mucho me basta con verla en la escuela, cuando voy a la biblioteca o al baño de chicas. El otro día la encontré en la cafetería, volteó a verme y me dirigió una sonrisa como esas que suelo hacer cuando un regalo de cumpleaños no me gusta. Parece que es educada, yo también lo soy y le devolví la mejor sonrisa que encontré. Ojalá hubiera tenido un espejo a la mano, ¡debió ser horrible!
El martes durante el recreo, mi amiga Ale me dijo que la escuchó hablar sobre mí con otra chava. Decía que mi cabello era feo, mis dientes estaban chuecos y además era fresa, ¿cómo pudo decir eso?, ¡es ella la que se cree muy muy! Aún trato de entender cómo es que pudo besarla Pedro el otro día, ¡fue una escena asquerosa! Él la abrazó por la cintura y acercó su boca, ella parecía ansiosa y desesperada, se le dejó ir con todo su cuerpo y chocó sus labios contra los de él. Se podía ver sus lenguas jugando como aparece en las telenovelas. Supongo que haber besado a un hombre ahora la hace sentir madura, sobre todo porque toda la escuela los vio. Al parecer mandaron llamar a sus papás pero la madre de ella no asistió, (eso dicen todos.  Yo realmente pienso que, más bien, no tiene madre).
Sé que creen que soy odiosa, pero tengo mis razones para ensañarme con ella. ¡Y vaya que las tengo! El otro día me castigaron por aventar bolitas de papel al ventilador. Ella me acusó con el prefecto y mientras caminaba hacia la dirección, se acercó y me dijo que le había pegado con una bolita y por eso me delató, pero yo sé que también le caigo muy mal. Aún así prefiero no hacer problemas porque es sobrina del maestro de Biología. Además es más alta que yo. Por eso me dedico a odiarla medio en secreto. Me gusta imaginar muchas cosas sobre ella antes de dormir. El otro día imaginé que nos peleábamos y le pateaba mil veces la cara con mis botas. Espero cumplir ese sueño aunque me expulsen de la secundaria, me da igual. Quiero verla llorar con la nariz rota. Quiero meter mis pies en su garganta hasta que se ahogue. A ver si así su mami le presta atención. Quizá le esté haciendo un favor en ese sentido ¿no? ¿Quién podría decir que soy mala en tal caso? Pero ¡bah!, todo está en mi imaginación. Cuando entre a la secundaria y la conozca veré qué hacer con ella. Por lo pronto le pediré a mi papá que me compre otras botas, unas con la suela resistente.
 

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